El Papa denuncia en la audiencia general “la hipocresía de hablar de paz construyendo y vendiendo material bélico”

  • Francisco dedica su catequesis al viaje que concluyó ayer a Tailandia y Japón y vuelve a realizar una “firme condena de las armas nucleares”
  • Considera que la “amenaza más grave” en los países desarrollados es “la pérdida del sentido de la vida”, un “vacío de sentido” que tiene a los jóvenes entre sus “primeras víctimas”

El Papa denuncia en la audiencia general “la hipocresía de hablar de paz construyendo y

Cada vez que regresa de uno de sus viajes apostólicos, el papa Francisco dedica la audiencia general posterior a compartir con los fieles y peregrinos su experiencia. Es lo que hizo este miércoles al centrar su meditación en la plaza de San Pedro del Vaticano en la visita que realizó entre el 19 y 26 de noviembre a Tailandia y Japón, de donde regresó ayer a Roma.

Al hablar sobre su experiencia en tierras niponas, recordó en particular cómo en Nagasaki e Hiroshima, las dos ciudades devastadas por sendas bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos en 1945, realizó una “firme condena de las armas nucleares y de la hipocresía de hablar de paz construyendo y vendiendo material bélico”. Sus palabras fueron celebradas por un aplauso de los presentes.

Japón es un país que “lleva impresas las llagas del bombardeo atómico y es para todo el mundo portavoz del derecho fundamental a la vida y a la paz”. También ha sabido demostrar una “extraordinaria capacidad de luchar por la vida”, como hizo una vez más tras el “triple desastre” de 2011 por el terremoto, el tsunami y el accidente que se registró en la central nuclear de Fukushima.

Llagas de la explotación

Al hablar de Tailanda, a cuyos habitantes consideró “el pueblo de la sonrisa”, el Pontífice destacó cómo animó a las autoridades del país para que se esforzaran en la construcción de la “armonía entre los diversos componentes de la nación”, así como para que el desarrollo económico “pueda beneficiar a todos y se sanen las llagas de la explotación, especialmente de las mujeres y de los menores”.

En la parte final de su alocución, el Papa advirtió que la “amenaza más grave” en los países desarrollados es “la pérdida del sentido de la vida”. “Para proteger la vida es necesario amarla”, comentó, señalando que las “primeras víctimas de este vacío de sentido” son los jóvenes. Por eso decidió mantener un encuentro con la juventud en Tokio, a la que animó a “oponerse a toda forma de acoso escolar, a vencer el miedo y la cerrazón abriéndose al amor de Dios, en la oración y en el servicio al prójimo”.

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