“Se han hecho grandes progresos hacia las personas con discapacidad en los campos de la medicina y el bienestar, pero incluso hoy podemos ver la presencia de la cultura del descarte y muchos de ellos sienten que existen sin pertenecer y sin participar. Esto nos insta a hacer que el mundo sea más humano eliminando todo lo que les impide la ciudadanía plena”. Así se ha expresado el papa Francisco en una carta con motivo del Día Mundial de las Personas con Discapacidad.
En este día, Francisco ha querido “renovar nuestra mirada de fe que ve en cada hermano y hermana la presencia del mismo Cristo”. Y ha querido recordar que hoy “la promoción de los derechos de participación tiene un papel central para combatir la discriminación y promover una cultura del encuentro”.
“Es necesario cuidar y acompañar a las personas con discapacidad en todas las condiciones de vida, también haciendo uso de las tecnologías actuales pero sin hacerlas absolutas; con fuerza y ternura hacerse cargo de situaciones marginales; acompañarlos y ‘ungirlos’ con dignidad para una participación activa en la comunidad civil y eclesial”, ha señalado Jorge Mario Bergoglio, para luego detallar que “es un viaje exigente e incluso extenuante, que contribuirá cada vez más a formar conciencias capaces de reconocer a todos como una persona única e irrepetible”.
Anticuerpos contra la cultura del descarte
Para Bergoglio, “estamos llamados a reconocer en cada persona con discapacidad, incluso con discapacidades complejas y graves, una contribución única al bien común a través de su biografía original. El Evangelio nos enseña esta conversión”. Asimismo, ha pedido desarrollar “anticuerpos contra una cultura que considera algunas vidas de primera división y otras de segunda: ¡Esto es un pecado social!”. Y ha añadido: “Tengamos el coraje de dar voz a aquellos que son discriminados por su condición de discapacidad, porque desafortunadamente en algunos países, incluso hoy, es difícil reconocerlos como personas de igual dignidad, como hermanos y hermanas en la humanidad”.
Más allá de leyes, que el Papa considera de suma importancia, llama a un cambio de mentalidad: “No será suficiente si no superamos una cultura generalizada que continúa produciendo desigualdades, evitando la participación activa en la vida cotidiana de las personas con discapacidad”. Y es que, aunque “e estos años se han implementado y llevado a cabo procesos inclusivos, aún no es suficiente, porque los prejuicios, además de barreras físicas, también limitan el acceso a la educación para todos, el empleo y la participación. Una persona con discapacidad no solo necesita existir, sino también pertenecer a una comunidad para desarrollarse”, ha subrayado.
Por otro lado, el Papa ha pedido una vez más no olvidar a los ancianos, quienes, “también debido a su discapacidad, a veces se sienten como una carga, como ‘presencias voluminosas’, y corren el riesgo de ser descartados, ya que se les niegan las perspectivas concretas de trabajo para participar en la construcción de su propio futuro”.
Por último, Francisco ha animado a todos los que trabajan con personas con discapacidad a “continuar en este importante servicio y compromiso, que determina el grado de civilización de una nación”. Así, reza para que “cada persona pueda sentir la mirada paterna de Dios sobre sí misma, para que afirme su plena dignidad y el valor incondicional de su vida”.