8 de cada 10 menores de 35 años que conviven tiene planeado casarse, y casi el mismo porcentaje (79%) de personas de esa edad que no conviven, también quieren contraer matrimonio. Así lo desvela la encuesta ‘Nupcialidad e Itinerarios de Pareja’ realizada por la Cátedra Amoris Laetitia de la Universidad Pontificia Comillas, patrocinada por la Fundación Casa de la Familia y realizada con el apoyo de la Iglesia de Madrid.
Asimismo, el estudio revela que el hecho de que muchas de estas parejas retrasen su boda poco tiene que ver con la falta de compromiso o el miedo al fracaso del matrimonio. Más bien es un problema relacionado con la economía, ya que el 40,3% considera que son los motivos económicos el principal factor del que depende que se puedan casar.
Nuevas motivaciones
La reputación social se ha reducido drásticamente su papel como motivación para casarse. De hecho, la encuesta señala que los jóvenes entienden el matrimonio como una forma de mejorar la relación de pareja, ya que perciben que casarse está mejor valorado. De esta manera, el aspecto con el que más jóvenes están de acuerdo es que el matrimonio crea un entorno más seguro para los hijos (66,1%) y supone una entrega mayor en la pareja (47,0%).
Solo el 18% considera que casarse quita libertad o que no añade nada a la pareja (26,6%). Además, El estudio arroja otro dato: ocho de cada diez personas casadas están “plenamente” o “bastante” seguros de que su matrimonio es para toda la vida (82,9%), y casi 5 de cada 10 no tienen ninguna duda.
El papel de la Iglesia
El estudio también abarca la consideración de los jóvenes acerca del papel de la Iglesia en los itinerarios de la pareja. Así, si bien los encuestados consideran que el matrimonio religioso no supone para la pareja, mayor o menor compromiso que otras fórmulas, sí creen que la Iglesia puede ayudar.
Tanto es así que un 64% de los casados de forma religiosa consideran que la Iglesia puede ayudar a las parejas durante sus crisis, y un 41,9% de los encuestados cree que al matrimonio religioso le falta preparar mejor a la pareja y ayudarles a madurar personalmente, mejorando los contenidos de la preparación matrimonial y acompañar a las parejas.