El cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos, fue uno de los 41 padres sinodales que, en el Sínodo sobre la Amazonía celebrado el pasado octubre, votaron en contra del punto del documento final que abre la puerta a la posible ordenación sacerdotal de hombres casados con amplia experiencia como diáconos. 128 de los participantes en la asamblea con derecho a voto se mostraron en cambio favorables, por lo que este apartado (como los otros 119 del texto) fue aprobado.
“Voté en contra. No pienso que esa cuestión sea una solución. En esto el Sínodo me ha decepcionado”, reconoce Ouellet en una amplia entrevista con Vida Nueva que será publicada en el próximo número de la revista. “Hay un pesimismo sobre la capacidad de esas culturas de vivir el celibato. Es un prejuicio colonizador que no comparto. Yo tengo mis dudas sobre la adecuación de esa hipótesis tanto para la Amazonía como para otras culturas donde hay escasez de sacerdotes”.
El purpurado canadiense pide un Sínodo en el que esté representada toda la Iglesia universal, y no solo la de una determinada región, para afrontar la situación del sacerdocio, incluyendo por supuesto el celibato. Este supone a su juicio “la fuerza misionera” de la Iglesia católica de rito latino. “¿Por qué imitar a otras comunidades que son menos misioneras porque tienen una concepción diversa del sacerdocio?”, se pregunta Ouellet, que acaba de publicar un libro precisamente dedicado a esta cuestión, titulado ‘Sacerdotes, amigos del Esposo: Para una visión renovada del celibato’ (Ediciones Encuentro).
El prefecto de la Congregación para los Obispos espera que la exhortación apostólica que publicará el Papa antes de fin de año para recoger sus conclusiones sobre el Sínodo tenga “más fundación evangélica que el documento final”. Este le decepcionó entre otros motivos por plantear la posible ordenación sacerdotal de hombres casados “en un modo más ideológico que evangélico”.
En la entrevista con esta revista, Ouellet también se refiere a la presencia de los iconos de la Pachamama en algunos eventos del Sínodo, que tanta polémica generó en ciertos sectores eclesiales. “Yo no conozco suficientemente la cultura amazónica para decir cuál es el alcance de esos símbolos, pero a mí no me molestaron. Decir que eso era adoración de ídolos es una exageración”, asegura, advirtiendo no obstante que hay que ir “con mucho cuidado” a la hora de adoptar “ritos y religiones naturales” para no dar por seguro que se puedan integrar fácilmente “en la simbología cristiana”.