Una de las primeras decisiones del cardenal Carlos Osoro en Madrid fue poner a José Luis Segovia al frente de la pastoral social diocesana. Sabía que era una apuesta segura, pues, desde hace años, el sacerdote es un referente en la defensa de las personas sin hogar, de las mujeres maltratadas, de los inmigrantes… Estos días no ha dudado al presentarse ante el Samur Social para acompañar a la gente y clamar indignado con ellos que “no hay derecho” a esta inacción y silencio
PREGUNTA.- Muchos niños están durmiendo en la calle, sin recibir una respuesta adecuada de las administraciones ante el colapso del Samur, a cuyas puertas se amontonan cientos de inmigrantes y refugiados. ¿Qué solución ha de darse a nivel institucional?
RESPUESTA.- Ni el Gobierno español, ni la Comunidad de Madrid, ni el Ayuntamiento están dando una respuesta suficiente. A la vista está. Familias con niños a la intemperie en las madrugadas de frío y lluvia de Madrid. Una vergüenza para un país en el top ten de las economías mundiales, para una Comunidad que presume de ser el motor del desarrollo económico del país y para la capital del Estado que alberga la COP25.
P.- La Iglesia madrileña lleva años volcándose, aunque ya de un modo organizado, en red, desde la Mesa por la Hospitalidad. ¿Cómo funciona la acogida por parroquias que rotan y abren sus puertas en situaciones de emergencia?
R. Si pedimos a las administraciones que hagan más, es justo autoexigirnos lo mismo. Necesitamos más espacios de acogida de emergencia con duchas y servicios, y que, durante un máximo de un mes, estén dispuestas a dejar dormir y dar la cena y el desayuno a las familias alojadas. Destaco que han pasado varios cientos de personas y no se ha dado el más mínimo problema. Todo lo contrario.
Incluso los más jóvenes y distanciados de la parroquia se acercan de nuevo y colaboran porque saben idiomas o quieren entretener a los niños. En no pocos casos, los acogidos comparten la misma fe y ello supone una experiencia muy gozosa. Todos lo que han participado (parroquias de acogida, voluntarios, coordinadores…) no hacen más que dar gracias a Dios por la experiencia.
P.- ¿Qué historia le ha llegado al corazón de un modo especial, tanto de alguna persona acogida como de voluntarios comprometidos en su abrazo?
R. El cardenal Osoro dice que “las personas forzosamente desplazadas sacan lo mejor de nosotros mismos”. Es verdad. Impresiona la abuela que no se siente con fuerzas para otra cosa, pero que, como se ocupa de lavar los corporales de la parroquia, quiere hacer lo mismo con las sábanas de los refugiados porque “envuelven el cuerpo dolorido de Cristo”.
P.- ¿Y qué decir a quienes sostienen esos discursos del rechazo al migrante desde dentro de nuestra Iglesia?
R.- En primer lugar, hay que detectar los miedos y ver su fundamento. No basta con demonizar el miedo al diferente y etiquetarle de racista. Hay más personas miedosas que racistas. Es preciso confrontar con la objetividad de los datos, aunque el miedo es poco poroso al argumento.