Un 30% de los sacerdotes que el papa Francisco elige para ser ordenados obispos rechaza el ofrecimiento, una cifra tres veces más alta a la de hace diez años. “Cuando llegué aquí hace casi una década, uno de cada diez no aceptaba, alegando motivos personales o de otro tipo. Ahora son tres de cada diez”, desvela el cardenal canadiense Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos, en una amplia entrevista con Vida Nueva que será publicada en el próximo número de la revista.
“Puede ser porque no se sienten capaces, les falte la fe, tengan alguna dificultad en su vida o prefieran no correr el riesgo de provocar un daño a la Iglesia. Se debe a diversas razones que se respetan”, explica el purpurado, que relaciona esta situación con la “crisis general de fe” que se vive en buena parte del mundo y que también se manifiesta “en el matrimonio, en la vida consagrada, en la vida sacerdotal y en la cultura”.
Menos profesores, más pastores
Ouellet ofrece una suerte de ‘retrato robot’ del obispo ideal. “No basta con recalcar las verdades de la fe, porque la cultura ha cambiado muchísimo en los últimos 40 años y se debe entrar en una nueva era de diálogo”, dice, para destacar que hoy la Iglesia necesita “menos profesores y más pastores”. Se busca por tanto a eclesiásticos con “olor a oveja”, que “tengan empatía” e interés por “los más pobres y los lejanos”.
“Si nos ocupamos más de los que sufren, de los abandonados, de los pobres que luchan por sobrevivir, toda la comunidad está en misión y se renueva así por medio de la caridad concreta”, sostiene el prefecto del dicasterio vaticano, reconociendo que hay incluso “sacerdotes y obispos” que hoy no terminan de entender este concepto. “Los pobres no son una ideología para el Papa, sino algo evangélico. Es la misión desde la caridad y si no está precedida por la caridad, la explicación no pasa, la palabra no penetra”.
