Con una eucaristía presidida esta mañana en la catedral de Albacete por el obispo Ángel Fernández Collado, se clausura oficialmente el XXXIV Encuentro Nacional del Diaconado Permanente que, bajo el lema ‘La vida espiritual del diácono permanente y su esposa’, se ha celebrado en la ciudad castellanomanchega desde el viernes 6 de diciembre, organizada por la Comisión Episcopal del Clero.
Han sido tres jornadas en las que una representación de los 450 diáconos permanentes que hay en la mayoría de las diócesis españolas (solo una veintena no tienen) han reflexionado sobre este servicio como fuente de vida espiritual, así como en la profundización en aspectos prácticos y vivenciales para que el diácono permanente y su esposa vivan ese crecimiento.
Un crecimiento que Javier Sánchez López lleva experimentando junto a María Gloria Muñoz Chacón desde hace 15 años, cuando ya llevaban casi un cuarto de siglo casados y mucho compromiso eclesial a la espalda. Fue entonces cuando se convirtió en diácono permanente, uno de los 13 que tiene en la actualidad la diócesis de Albacete, un número muy respetable, dada la población. La diócesis que más tiene es Sevilla (60), seguida de Barcelona (43), Madrid (31) y Valencia (20).
El consentimiento de la esposa
“Tanto mi esposa como yo hemos sido, desde siempre, gente de Iglesia y hemos trabajado en varias pastorales: liturgia, catequesis, Cáritas, etc., y fue hace unos 15 años cuando sentí la vocación de poder servir a la Iglesia desde este ministerio del diaconado permanente”, señala Sánchez, de 60 años de edad y que trabaja como profesor de Religión católica en el instituto de Secundaria Diego de Siloé, de Albacete.
“Como un servicio”. Así les explicó a sus tres hijos (Elena, Javier y María Gloria) el paso tan importante que había decidido dar. “No olvidemos que la palabra diácono significa servidor, no solo a la comunidad en la que estoy adscrito, sino a toda la Iglesia. Además, ellos lo ven como una cosa muy natural, ya que desde pequeños han venido con nosotros a la parroquia y han visto nuestra trayectoria. Ahora ellos también están implicados en la pastoral juvenil, en la catequesis y en el coro parroquial”, añade.
Pero esto no es cosa de uno, como muy bien sabe Sánchez. Y el papel que juega su esposa es fundamental: “Primero, de consentimiento, porque sabemos que la esposa ha de estar conforme con este paso que uno da. De hecho, tiene que dar este consentimiento por escrito. Y después, de total apoyo, porque mi esposa está a mi lado todo el tiempo, acompañándome en las distintas tareas que se me encomiendan”, afirma. Sin olvidar, añade, que “la vida espiritual en pareja se vive de una manera más plena, ya que tenemos el apoyo mutuo, y eso anima mucho”.