Las letras españolas entre finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX cuentan con cuatro mujeres a modo de pilares fundamentales que sostienen todo un canto a la pasión: Emilia Pardo Bazán, Concha Espina, Carmen de Burgos (quien firmaba todas sus crónicas como ‘Colombine’) y Sofía Casanova. Injustamente, la última es la menos conocida hoy, cuando en su época fue todo un referente.
La casi centenaria autora gallega (1861-1957) nos ha legado cientos de artículos en prensa y decenas de novelas, poemas y cuentos, contando incluso con una comedia teatral que apoyó con entusiasmo Benito Pérez Galdós. Con todo, lo que más llegó al gran público fue su vocación como corresponsal de guerra, cubriendo en vivo la I Guerra Mundial y la Revolución Bolchevique. Fue precisamente en Rusia donde se conmovió con la ejecución del zar y la familia imperial, así como con las ejecuciones en masa del naciente régimen soviético.
Esto, además de despertar en ella un claro anticomunismo (que mostró en sus crónicas en ABC, lo que más tarde, en la Guerra Civil, aprovecharía el propio Francisco Franco para evidenciar su apoyo de cara a la comunidad internacional), potenció aún más, si cabe, su honda vivencia de la fe católica en clave pacifista. “Todas las guerras habidas y por haber –escribió entonces–, son para mí prueba irrecusable de la bancarrota espiritual de la Humanidad”.
Censurada por ABC
Ese compromiso la llevó a rechazar con todas sus fuerzas, en 1939, la invasión nazi y soviética de Polonia, donde se encontraba junto a su familia y que, a la postre, acabaría siendo el detonante definitivo del estallido de la II Guerra Mundial. Luca de Tena, histórico director de ABC, se negó a publicar la primera de las crónicas que ella mandó, dejando claro que no difundirían nada que perjudicara a la Alemania de Hitler, reciente socio de Franco en la contienda española.
Ese episodio marcó el inicio del ocultamiento de su persona por parte de la naciente España nacionalcatólica, pese a que solo un año antes habían utilizado su figura al difundir su apoyo a Franco en Burgos.
Sofía Casanova ya no volvió nunca más a España, muriendo a los 96 años en Polonia. Se fue como vivió: con la mirada puesta en el Evangelio de Jesús de Nazaret. Un Evangelio de paz, claro.