El sufrimiento del pueblo venezolano se enquista. Así lo constatan diariamente las diferentes instituciones eclesiales que están a pie de obra atendiendo comedores sociales, dispensarios de medicamentos, centros de acogida… Este es el motivo por el que Ayuda a la Iglesia Necesitada haya centrado su campaña de Navidad, que ha sido presentada esta mañana en Madrid bajo el lema “Yo, contigo. Venezuela”.
“No es lo mismo leer los datos que venirse a mi diócesis y comprobar cómo los niños comen solo una arepa al día”, denuncia Juan Carlos Bravo, obispo de Acarigua-Araure, que ha viajado a España para dar el pistoletazo de salida a esta iniciativa de la fundación pontificia.
La visión política
El sufrimiento en el día a día de sus compatriotas le lleva a aseverar que “vivimos una gran anarquía, frente a los que necesitamos la fraternidad. Temo que la gente llegue a estar tan harta que se desate un desorden social sin ningún tipo de control”. En esta misma línea, apunta que “los políticos dicen que no les interesa sacar de la pobreza a la gente, porque de esa manera perderían el poder”. Y es que, según datos de la ONU, el 60% de las personas busca comida en la calle.
“Hace veinte años no nos podíamos imaginar lo que está pasando ahora y, lamentablemente estamos peor que en Cuba. Espero que dentro de veinte años ustedes no tengan que vivir lo mismo en España”, alerta el obispo de una de las regiones más pobres de país, y también de las más chavistas.
Un cambio que no llega
“Hoy no hay Estado de Derecho porque la Justicia, la Junta Electoral, la Fiscalía y la Defensoría del Pueblo está en manos del Gobierno”, sentenció el obispo que se mostró pesimista sobre un vuelco: “Cualquier intento político es muy difícil que se consolide. Guaidó significó una esperanza, pero necesitamos un cambio ya, que el Gobierno se vaya tranquilo y que llegara un ‘mesías salvador’. Pero eso va a ser imposible hoy por hoy”.
En este sentido, recordó que “la Iglesia está diciendo y denunciando todo lo que quiere y lo que cree necesario al Estado. Nunca me he sentido perseguido por el Gobierno, aunque sí hay cierto control y seguimiento por parte de los alcaldes. Públicamente, Maduro y su cúpula te atacan porque tienen el monopolio de los medios, pero después no pueden vivir sin la Iglesia porque saben que somos la única autoridad que podemos proveer de medicamentos. Saben que aliviamos el sufrimiento de los pobres y por eso nos respetan”.
Bravo admite que “la Iglesia no da comida a los pobres porque esté a favor o en contra del Gobierno, sino porque Jesús optó por los pobres. Por eso tienen cierto miedo a la Iglesia”. “Dar comida a los pobres lo puede hacer cualquier ong, pero la Iglesia busca que toda acción de caridad genere fraternidad. Esa es nuestra diferencia con otras entidades, cuando preparamos un desayuno o entregamos un medicamento. Lo importante no es lo que damos sino que el otro sienta que lo importante es nuestro hermano, que nos pertenece”, expresa el prelado.
“De toda esta crisis me preocupa mucho el día después. Hoy no se nota mucho que haya una división porque todo el mundo se siente igual de pobre y de abandonado, aunque se siga siendo chavista y el tono de agresividad es muy bajo entre los que se sienten identificados con el Gobierno y con la oposición. Pero me temo que luego sí puede dispararse el revanchismo, la radicalidad y el enfrentimiento porque noto algunos sentimientos más profundos”, confesó el obispo.
Hospitales de campaña
Bravo admite que la actual coyuntura ha hecho que “la Iglesia entrara en crisis y ha tenido que repensar su lugar y su misión entre el Pueblo de Dios”. “Hemos dejado se ser parroquias de culto y sacramentalistas para ser hospitales de campaña y promover la cultura del encuentro. Creo que hemos aprendido a creer más en Dios y en el Evangelio”, reconoce sobre el proceso de conversión en el que están inmersos.
“Tengo claro que nuestro destino es el destino de los pobres, tal y como aseguraba san Óscar Romero”, asevera el prelado, que está convencido de que “el cristiano no puede desvincular la vida de su fe. El Evangelio es el instrumento de liberación en tanto que se encarna. De lo contrario, no es signo de Jesús”.
Ayuda internacional
En este marco, toca buscarse la manera de salir adelante con un sueldo de solo cinco dólares, el obispo considera que la situación no es más compleja “gracias al dinero que llega de los que se han marchado”. No en vano, más de 4,5 millones de personas han abandonado el país ante la carencia de bienes básicos.
“La Iglesia no se podría mantener, si no fuera por el aporte de entidades internacionales como Ayuda a la Iglesia Necesitada”, señala. “De hecho, mi mayor preocupación como obispo es cómo mantener a mis curas para que ayuden a los demás. Cuando un sacerdote se enferma, quien nos lleva los medicamentos es Ayuda a la Iglesia Necesitada desde fuera porque es imposible comprar un fármaco”.
“En viaje que realizamos en Venezuela, he visto muy pocos sitios con una Iglesia tan en bloque y unida en una labor samaritana volcada con el necesitado”, señaló impresionado el director de Ayuda a la Iglesia Necesitada, Javier Menéndez Ros. “Es la mejor señal de futuro y de esperanza por parte de un pueblo que no se rinde ante el pesimismo, sino que pone sus ojos hacia Dios”, completó.