Al papa Francisco, como buen madrugador, le da tiempo a mantener encuentros oficiales antes de comenzar la audiencia general de los miércoles minutos antes de las 9:30 horas. En la catequesis de hoy, celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano para resguardar del frío a los fieles, el Pontífice recordó que venía de mantener un encuentro en la basílica de San Pedro con un grupo de peregrinos ucranianos de rito bizantino de la eparquía de Mukachevo con motivo del 30 aniversario de su salida de la clandestinidad.
Al recordar durante su catequesis esta cita previa, Jorge Mario Bergoglio habló de la “persecución” de estos católicos y de cuánto sufrieron “por el Evangelio”. “Pero no negociaron la fe, es un ejemplo”, dijo, para lamentar a continuación que hoy en Europa “muchos cristianos son perseguidos y dan la vida por la propia fe”. También existe otro tipo de persecución “de guante blanco”, por la que son “dejados de lado, marginados”.
En esta parte improvisada de su alocución, el Papa consideró que el martirio es “el aire de la vida de un cristiano” y que “siempre habrá mártires entre nosotros”, pues es la “señal de que vamos por el camino de Jesús”. Destacó finalmente que supone “una bendición del Señor” que haya “alguno o alguna” en el Pueblo de Dios que “dé este testimonio del martirio”.
Espectáculo de circo
La catequesis de Francisco, enmarcada en su ciclo sobre los Hechos de los Apóstoles, estuvo centrada en cómo san Pablo participó en los sufrimientos de la pasión de Jesús al ser también él odiado y perseguido. Lo recordó como a un “prisionero en cadenas, humillado y tratado como malhechor”, pero que vivió esas cadenas “como un signo de su fidelidad al Evangelio y al Resucitado, y como un eficaz instrumento misionero para animar a los hermanos en el Señor a anunciar sin miedo la Palabra, que no puede ser encadenada, porque es libre y va adelante transformando la historia”.
Al final de la audiencia general, en la que participaron unos 7.000 fieles y peregrinos, hubo un espectáculo de un grupo de artistas del Gran Circo de Moscú, que se encuentra estos días en Roma, que hizo las delicias del Pontífice, gran amante de las funciones circenses.