“La sociedad no debe considerar una carga a las personas mayores, sino lo que verdaderamente son, un recurso y una riqueza”, ha dicho el papa Francisco hoy, 16 de diciembre, durante su encuentro en el Vaticano con los miembros de la Asociación Nacional de Trabajadores de la Tercera Edad, con motivo del 70 aniversario de su fundación.
“Esto se demuestra con su contribución a actividades voluntarias, preciosas oportunidades para experimentar la dimensión de la gratuidad”, ha añadido, subrayando que el hecho de que las personas mayores “con buena salud” ofrezcan parte de su tiempo a ayudar a quienes lo necesitan es una experiencia “enriquecedora” para ambos colectivos.
“De hecho, el compromiso a favor de los demás es capaz de contrarrestar la percepción de soledad, mejorar el rendimiento cognitivo y aumentar el bienestar mental”, ha explicado Francisco. “En otras palabras, participar en el voluntariado promueve lo que se llama envejecimiento activo, ayudando a mejorar la calidad de vida una vez que faltan dimensiones importantes de la identidad, como el papel de los padres o el papel profesional con la jubilación”, ha aseverado.
El compromiso de las personas mayores con el voluntariado, tal como ha destacado Francisco, ha aumentado en los últimos años, situándose como “un terreno óptimo para la realización de una antigüedad activa y protagonista en la construcción de una comunidad de solidaridad”. Esto, además, sitúa a los ancianos no solo como personas necesitadas de asistencia, sino como “protagonistas activos” de la sociedad. “Por lo tanto, será importante que los ancianos sean considerados portadores no solo de necesidades, sino también de nuevas demandas”, ha recalcado el Papa.
Además, ha apuntado que la vejez se puede entender como una “temporada de diálogo”. “El futuro de un pueblo presupone necesariamente un diálogo y un encuentro entre los ancianos y los jóvenes para la construcción de una sociedad más justa, más bella, más solidaria y más cristiana”, ha apuntado. “Los jóvenes son la fuerza del viaje de un pueblo”, mientras que los ancianos “revitalizan esta fuerza con memoria y sabiduría”.
“La vejez es un tiempo de gracia, en el cual el Señor nos renueva su llamado: nos llama a preservar y transmitir la fe, nos llama a orar, especialmente a interceder; nos llama a estar cerca de los necesitados”, ha subrayado Francisco. Y es que “los abuelos tienen una capacidad única y especial para comprender las situaciones más problemáticas”, y, “cuando rezan por estas situaciones, su oración es fuerte, ¡es poderosa!”.
Entendiendo de esta manera la vejez, “se contrastará el estereotipo tradicional de los ancianos: enfermos, discapacitados, dependientes, aislados, asediados por los miedos, dejados de lado, con una identidad débil por la pérdida de un rol social” y, al mismo tiempo, “evitaremos centrar la atención general principalmente en los costos y riesgos, brindando más evidencia sobre los recursos y el potencial de las personas mayores”.
Francisco ha recordado además que, “desafortunadamente, muchas veces los jóvenes son descartados, porque no tienen trabajo, y los ancianos son descartados con el pretexto de mantener un sistema económico ‘equilibrado, en el centro del cual no está la persona humana, sino el dinero. Y esto está mal”. Por ello, el Papa considera que el futuro “estará en el diálogo entre jóvenes y viejos. Si los abuelos no hablan con los nietos, no habrá futuro”.