El libro “Las manos humanas son las manos de Dios”, recientemente difundido, recoge el magisterio sobre el trabajo, experiencias pastorales y testimonios de líderes destacados en América Latina, además de sus principales fundamentos bíblicos y patrísticos. Aquí lo presenta su autor, Guillermo Sandoval.
“Este libro, abordando la realidad del trabajo, es actual por las formas siempre nuevas de un capitalismo injusto, y especialmente por el injustificable trabajo esclavo, del que muchos hombres y mujeres son víctimas, sin que haya autoridad que lo frene, revelando corrupciones llenas de injusticia”, afirma el arzobispo de Yucatán, México, Gustavo Rodríguez Vega, presidente del Departamento de Justicia y Solidaridad del CELAM, en el prólogo a la edición latinoamericana de “Las manos humanas son las manos de Dios”, del periodista chileno Guillermo Sandoval, editado este año por la Fundación Konrad Adenauer, en Santiago de Chile, y que ya ha sido presentado en México y Uruguay. Las manifestaciones sociales en Chile obligaron a postergar allí su presentación.
En casi 500 páginas recoge, de manera exhaustiva, el magisterio sobre el trabajo. En su primera parte, desde la Biblia, pasando por la patrística, se detiene en el magisterio pontificio sobre la dignidad del trabajador, el desarrollo humano integral y el cuidado de la creación; y culmina con el Concilio Vaticano II.
La segunda parte reúne magisterio, doctrina, testimonios y experiencias en varios países latinoamericanos configurando un rico material que da cuenta de la aplicación del magisterio.
La tercera parte mira el futuro, sobre todo con los avances tecnológicos que provocarán un profundo cambio en las relaciones laborales.
El autor cursó el magister en Doctrina Social de la Iglesia en la Universidad de Salamanca, y su trabajo final, muy apreciado, sirvió de base para la primera edición publicada en 2014. Desde el CELAM le fue sugerido ampliar sus contenidos al continente latinoamericano por lo que Sandoval dedicó más de un año a recopilar magisterio de la Región, testimonios y experiencias de aplicación del pensamiento social de la Iglesia en estos países.
Además de periodista y magister en DSI, Guillermo Sandoval realizó el curso de Derechos Humanos de la Corte Interamericana y ha formado parte del equipo asesor en el Departamento de Justicia y Solidaridad del CELAM.
Entrevistado por Vida Nueva, dice que el primer tema relevante es el conocimiento de la DSI. “Se ha dicho mucho que la DSI es el tesoro mejor guardado de la Iglesia y tiene mucho de verdad, señala. En la formación de los sacerdotes, muchas veces el pensamiento social de la Iglesia es apenas un electivo. No se considera algo tan claro en la enseñanza del arzobispo mártir de Guatemala, Juan Gerardi: la pastoral es una, pero para efectos de estudio se divide en profética, litúrgica y social”. De inmediato recuerda el Concilio Vaticano II: nada hay de verdaderamente humano que no tenga resonancia en el corazón de la Iglesia.
Ante los cambios vertiginosos que vive nuestra sociedad, destaca la necesidad de “observar los signos de este tiempo y leerlos en clave evangélica: la forma en que estamos organizando la empresa y la economía, ¿dan respuesta a nuestro mandato de amar al prójimo? Incluso leerlos en clave del Antiguo Testamento: ¿no hemos hecho del dinero, la eficiencia, la productividad, lo tecnológico, un nuevo becerro de oro? ¿Cómo es que aquellos que son medios buenos, los hemos transformado en fines erróneos?”, se pregunta.
Pregunta: ¿Cuáles son los principales obstáculos que encuentra la enseñanza de la Iglesia sobre el valor del trabajo y la justicia laboral para ser realidad?
Respuesta: Muchos se esfuerzan por respetar la dignidad humana, primer principio de la DSI. Pocos, sin embargo, conocen el principio del “destino universal de los bienes”, que subordina al derecho a la propiedad privada. Si entendiéramos que toda propiedad pertenece a Dios, y que el título a la propiedad privada es en realidad una responsabilidad de administración, respecto de la cual hay que rendir cuentas al Dueño, tendríamos mucho mayor cuidado en la forma en que nos relacionamos al interior de la empresa y con la comunidad. Esto tiene consecuencias en la calidad del trabajo, de su remuneración y del ambiente en que se realiza. Ahí se juega la fe.
P: ¿Cómo ve el futuro en el ámbito del trabajo?
R: Estamos entrando con fuerza a la cuarta revolución industrial. De aquí a 10 ó 15 años tendremos tipos de trabajo que no alcanzamos a imaginar hoy. Podríamos preguntarnos si a quien ingresa a estudiar hoy le van a servir los conocimientos que adquiera durante sus estudios. La OCDE habla de un cambio radical, y muy pronto, de casi el 30% de los puestos de trabajo. Yuval Harari, habla de pasar de tiempos de la explotación, a aquellos donde el problema será la irrelevancia del ser humano.
Interesante es lo que realizan el programa Industria 4.0 de Alemania y una iniciativa similar de empresarios en Monterrey, México. En nuestros países, la discusión parece ser con espejo retrovisor, cuando tenemos necesidad de mirar el futuro, para que la persona humana tenga en la empresa y la sociedad un lugar respetuoso de su dignidad. No me cabe duda que nuestro pensamiento social sigue teniendo en sus principios la inspiración para las respuestas. Pero las ‘rerum novarum’ (cosas nuevas) de hoy ameritan lecturas actuales de la realidad.