“No existe ninguna ‘apertura’ a las uniones entre personas del mismo sexo”. De esta manera, el secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Giacomo Morandi, aclara en una entrevista a Vatican News la postura del Vaticano tras la publicación del último estudio de la Pontificia Comisión Bíblica ‘¿Quién es el hombre?’, que dedica algunas de sus 300 páginas a temas controvertidos como la homosexualidad y el divorcio.
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Morandi cita el número 185 del documento, encargado por el papa Francisco: “La institución del matrimonio, constituida por la relación estable entre marido y mujer, se presenta constantemente como evidente y normativa en toda la tradición bíblica. No hay ejemplos de ‘unión’ legalmente reconocida entre personas del mismo sexo”. Por lo tanto, cualquier otra lectura “se trata de una aproximación ideológica y parcial a la antropología”.
“Desde hace algún tiempo, sobre todo en la cultura occidental, se han alzado voces de disensión respecto al enfoque antropológico de la Escritura, tal como la Iglesia la entiende y la transmite en sus aspectos normativos; todo ello se juzga a menudo como el simple reflejo de una mentalidad arcaica e históricamente condicionada. Sabemos que diversas afirmaciones bíblicas, en el ámbito cosmológico, biológico y sociológico, han sido consideradas gradualmente como superadas con la progresiva afirmación de las ciencias naturales y humanas”, reconoce Morandi.
En este sentido, “algunos dicen que una nueva y más adecuada comprensión de la persona humana impondría una reserva radical sobre el valor exclusivo de la unión heterosexual, a favor de una aceptación análoga de la homosexualidad y las uniones homosexuales como una expresión legítima y digna del ser humano. Además –se argumenta a veces–, la Biblia dice poco o nada sobre este tipo de relaciones, que por lo tanto ya no deberían considerarse ilícitas desde el punto de vista moral”.
El documento “no se abre al divorcio”
Sobre otra de las cuestiones polémicas del documento, como es el divorcio, el secretario de Doctrina de la Fe también ha querido aclarar la postura vaticana. “La enseñanza de la Iglesia, con el Código de Derecho Canónico, ya concede a los cónyuges válidamente unidos por el sacramento del matrimonio el derecho a separarse en ciertos casos particulares. Pero este hecho no ha significado nunca ninguna legitimación del divorcio, entre otras cosas porque un sacramento del matrimonio válidamente contraído permanece así y nunca puede ser anulado por ningún otro acto”.
Por el contrario, “es diferente la hipótesis en la que el matrimonio se reconoce como nulo desde el principio: este es el caso de los procedimientos para la declaración de nulidad del matrimonio. Sin embargo, a veces hay situaciones en las que la convivencia entre los cónyuges se hace prácticamente imposible por diversas razones. Es precisamente en estos casos que la Iglesia admite la separación física de los cónyuges y el fin de la cohabitación. No obstante, los cónyuges que están válidamente unidos por el sacramento del matrimonio no dejan de ser marido y mujer ante Dios y, por lo tanto, no son libres de contraer una nueva unión”, señala.
Dicho esto, indica que “la comunidad cristiana está llamada a estar cerca de estas personas y a ayudarlas a vivir cristianamente su situación, como recuerda con autoridad el Catecismo de la Iglesia Católica en el n. 1649. El documento de la Pontificia Comisión Bíblica sigue exactamente esta línea y ciertamente no se ‘abre’ al divorcio, como algunos, de manera distorsionada o instrumental, creen o quisieran”.