La Curia romana debe cambiar, no quedarse estancada por tiempos pasados. Ese es el mensaje que ha transmitido hoy, 21 de diciembre, el papa Francisco durante una audiencia con los distintos órganos de gobierno de la Santa Sede. En su ya tradicional discurso previo a la Navidad, Francisco ha subrayado dos de los temas centrales de su pontificado: la escucha a los signos de los tiempos y, por supuesto, los migrantes.
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De esta manera, el Papa ha llamado a la Curia a entender y aceptar que no se trata de “una época de cambios, sino de un cambio de época”, ante el cual es necesario “dejarse interrogar por los desafíos del tiempo presente con discernimiento y coraje”, en lugar de acomodarse en el “siempre se ha hecho así”. Asimismo, Francisco ha subrayado la labor del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, y ha recordado que no aborda únicamente cuestiones sociales o migratorias, sino que se encarga de aquellos “hermanos y hermanas que hoy son el símbolo de todos los descartados de la sociedad globalizada”.
Y es que la Iglesia tiene la misión de dar testimonio de que para Dios “nadie es extranjero o excluido”, además de la de “despertar conciencias” ante la indiferencia de lo que cada día acontece en el Mediterráneo. “Se ha convertido para muchos, demasiados, en un cementerio”, ha apostillado Francisco.
Apostar por la comunicación
Sobre el tema de asumir la conversión con los nuevos tiempos, el Papa ha dicho que “a menudo sucede que se vive el cambio limitándose a ponerse un vestido nuevo, y luego quedarse en realidad como se estaba antes”. Y ha invitado a reflexionar sobre la frase de la novela Il Gattopardo, de Giuseppe Tomasi, en la que se dice “si queremos que todo permanezca como está, todo debe cambiar”.
Además, Francisco ha querido recalcar el importante papel de la comunicación en el impulso de una proclamación renovada del Evangelio, lo cual parte de la reforma de las instituciones vaticanas y su manera de expresarse, para ser “un canal adecuado para la evangelización del mundo actual, más que para la auto-conservación”. De esta manera, el Papa ha explicado que la creación del Dicasterio para la Comunicación, que aglutina nueve puntos distintos de la comunicación del Vaticano – independientes hasta su creación – no es una “agrupación coordinada”, sino una manera de “armonizar” para “producir una mejor oferta de servicios” en una “cultura ampliamente digitalizada”.
“La nueva cultura, marcada por los factores de convergencia y multimedialidad, necesita una respuesta adecuada de parte de la Sede Apostólica en el área de la comunicación”, ha señalado. “Hoy, en comparación con los servicios diversificados, prevalece la forma multimedia, y esto también marca la manera de concebirlos, pensarlos e implementarlos”, ha dicho, lo que implica, “una conversión institucional y personal”.
Memoria en movimiento
Por otro lado, Francisco ha querido matizar que su intención con la reforma de la Curia no es hacer “como si nada hubiera existido antes”, sino, por el contrario, “valorar lo que de bueno se hizo en la compleja historia de la Curia”. “Es un deber valorizar su historia para construir un futuro que tenga bases sólidas, que tenga raíces y por tanto pueda ser fructífero”, ha explicado.
“Apelar a la memoria”, por tanto, “no significa anclarse en la auto-conservación, sino recordar la vida y la vitalidad de un camino en continuo desarrollo”. Y es que “la memoria no es estática, es dinámica, por su naturaleza implica movimiento”.
Francisco también se ha referido durante su discurso a la Congregación para la Doctrina de la Fe y a la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, y ha señalado que, cuando “se instituyeron, era una época en la que era más simple distinguir entre dos lados bastante definidos: un mundo cristiano de una parte y un mundo aún por evangelizar, por el otro”.
Nuevos paradigmas
“Ahora esta situación ya no existe”, ha apuntado. “Las poblaciones que aún no han recibido la proclamación del Evangelio no viven únicamente en continentes no occidentales, sino que viven en todas partes, especialmente en las enormes concentraciones urbanas que requieren un cuidado pastoral específico”, ha subrayado y, por eso, es precisamente en las grandes ciudades donde “necesitamos otros ‘mapas’, otros paradigmas, que nos ayuden a reposicionar nuestras formas de pensar y nuestras actitudes”.
La nueva cultura, marcada por los factores de convergencia y multimedialidad, necesita una respuesta adecuada de parte de la Sede Apostólica en el área de la comunicación. Hoy, en comparación con los servicios diversificados, prevalece la forma multimedia, y esto también marca la manera de concebirlos, pensarlos e implementarlos. Todo esto implica, junto con el cambio cultural, una conversión institucional y personal para pasar de un trabajo a compartimentos estancos -que en el mejor de los casos tenían cierta coordinación- a un trabajo intrínsecamente conectado, en sinergia.
Ante todos estos cambios, Francisco ha manifestado que es consciente que existe una gran dificultad y que es necesario ir gradualmente, así como que existe cierto margen para el “error humano que no es posible ni justo no tener en cuenta”. “Vinculado a este difícil proceso histórico, siempre existe”, ha apuntado, “la tentación de recurrir al pasado, incluso utilizando nuevas formulaciones, porque es más tranquilizador, conocido y, ciertamente, menos conflictivo”.
Acabar con la rigidez
“Aquí es necesario advertir contra la tentación de asumir la actitud de rigidez”, ha dicho. Una rigidez que proviene “del miedo al cambio” y termina “diseminando el terreno del bien común con estacas y obstáculos, convirtiéndolo en un campo minado de incomunicabilidad y odio”. “Recordamos siempre que detrás de cada rigidez hay un desequilibrio”, ha aseverado, y la “rigidez y el desequilibrio se alimentan entre sí en un círculo vicioso”.
Para finalizar su discurso, el Papa ha recordado las palabras del cardenal Martini, quien, al borde de la muerte, dijo: “La Iglesia está atrasada doscientos años. ¿Por qué no se despierta? ¿Tenemos miedo? ¿Miedo en lugar de coraje? Sin embargo, la fe es el fundamento de la Iglesia. La fe, la confianza, el coraje. Solo el amor supera la fatiga”.