La Diócesis de Valencia ha entrado en “el camino de la sinodalidad”, al que invita el Papa a través de la convocatoria de un nuevo Sínodo diocesano que abrió recientemente su arzobispo, el cardenal Antonio Cañizares. Un sínodo corto, de apenas ocho meses, en el que la diócesis buscará “transformar la sociedad con una nueva cultura evangelizadora, que priorice, más si cabe, a los descartados, los jóvenes, la familia, la educación y la cultura del encuentro”, a la par que “fortalecer la Iglesia diocesana y emprender una nueva evangelización a la que nos urge Francisco, integrados en los cambios culturales y el mundo digital”.
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Arrancó el 15 de octubre, con la eucaristía celebrada en la catedral de Valencia, y concluirá con la asamblea sinodal en los últimos días de mayo, para que las conclusiones se entreguen al arzobispo en la festividad de Pentecostés de 2020. En la eucaristía de apertura, Cañizares ahondaba en los motivos de esta convocatoria: “¿Se adueña tal vez de nosotros, pastores, el cansancio y tal vez nos falte incluso empuje evangelizador? ¿Podemos estar como espectadores pasivos sin reaccionar? ¿Nos da lo mismo que sea así? Por eso comenzamos el Sínodo diocesano, porque necesitamos, con la fuerza del Espíritu Santo, una renovación interior que nos dé fuerzas”, explicó.
No conformarse con la secularización
Esa intención evangelizadora es la que también destaca José Francisco Castelló, canciller secretario de la diócesis y portavoz del sínodo, quien, en declaraciones a Vida Nueva, ha señalado que Valencia quiere ser una diócesis “evangelizada y evangelizadora, e intentar que el evangelio llegue a la mayor cantidad posible de personas”.
En este sentido, reconoce que, en los últimos años, ha aumentado “la secularización y no nos podemos conformar”, por lo que el sínodo buscará la forma de “acercar la fe al mundo de la cultura y al de los jóvenes, además de salir al paso de realidades como las diversas formas de pobreza y la evangelización de las periferias”, señala Castelló.”.