Los homosexuales son bienvenidos a la Iglesia. Es el mensaje que el cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, ha lanzado este lunes en una entrevista concedida al semanario alemán “Stern”.
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En plena reflexión del Camino Sinodal iniciado por los católicos germanos, Marx ha llegado a afirmar que las parejas homosexuales pueden recibir una bendición “en el sentido del cuidado pastoral”. A lo largo de la entrevista, el cardenal detalla que si las personas homosexuales mantienen una relación de fidelidad durante años y viven el uno para el otro, la Iglesia no puede ignorarlo y decir que no tiene valor alguno este vínculo.
Defensa del sacramento
Eso sí, acto seguido, subraya que este gesto eclesial no debe confundirse, según él, con el hecho de que se bendiga el matrimonio gay. “El sacramento del matrimonio se basa en la relación fiel entre un hombre y una mujer, que está abierta a la vida”, aclara el purpurado.
Tras esta reflexión, Marx admite que su visión puede generar desacuerdo. “Recibo críticas por diferentes frentes”, expresa el arzobispo de Munich: “Unos dicen que voy demasiado lejos y otros que me quedo corto”.
Ordenación de mujeres
En su encuentro con “Star”, el cardenal también es preguntado por la ordenación de mujeres. Con respecto a esto, explica que la Iglesia no puede mirar para otro lado ante un pronunciamiento tan firme como el realizado por Juan Pablo II en 1994, por el cual se sentenciaba que la Iglesia no tiene autoridad para aprobar el sacerdocio femenino. “Esta puerta esta cerrada”, desvela Marx que le dijo el Papa sobre esta cuestión, aunque el propio purpurado admite que el debate sigue abierto.
Marx se pronuncia incluso por los escándalos que una y otra vez llevan a la Iglesia a ser portada en los medios con una contundente afirmación: “Me da vergüenza lo que ha hecho mi Iglesia”.
Dudas de fe
Junto a estas cuestiones, el presidente del Episcopado alemán también habla de su propia vivencia del hecho religioso. “No siempre soy fuerte en la fe”, llega a reconocer el purpurado que deja caer que “solo porque soy cardenal, ¿no debería tener dudas?”. A pesar de las noches oscuras, Marx expresa que cuanto más mayor se hace, más siente que no puede haber duda de que la fe no puede existir.
Preguntado por dónde estaba Dios en Auschwitz en el atentado al mercado navideño de Berlín, él responde: “No podemos imaginar a Dios como si se tratara de un mecánico en un taller de reparación del mundo”. Es más, apunta que “necesitamos profundizar en el misterio de la relación entre Dios y el hombre”. De la misma manera, advierte del peligro de hacer un Dios a la medida de nuestros intereses personales.