El nuevo arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, sabe qué futuro quiere para el monasterio de Guadalupe, que alberga a la patrona de Extremadura, pero dependiente jurídicamente de la Archidiócesis de Toledo.
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“Va a seguir siendo una apuesta para que Guadalupe pertenezca a alguna de las tres diócesis de la provincia eclesiástica de Extremadura”, aseguró durante la rueda de prensa tras conocerse su nuevo destino Episcopal.
Sin dudas
Ni ha esquinado ni se ha salido por la tangente en su primera comparecencia pública como primado de España. En un ejercicio de coherencia, tampoco ha movido un ápice su visión respecto a la postura que mantenía como cacereño de nacimiento y como obispo de Coria-Cáceres.
“En eso no puede haber duda”, ha apostillado el prelado, que aclarado una vez más que, en cualquier caso, “la solución la tiene la Santa Sede”.
Un pastoreo feliz
Más allá de esta cuestión, Cerró explicó que su alegría por su designación pero con cierto sabor “agridulce” por terminar su pastoreo en Cáceres, donde ha sido “tan feliz” y se ha sentido querido. De hecho, no ha dudado en agradecer “a todos su cercanía, cariño y corresponsabilidad en la construcción del Reino De Dios”.
Sobre su nuevo destino, ha asegurado que “acepto este nuevo cargo, con la confianza en que tras conocer mi futura diócesis en profundidad, y sobre todo con la ayuda del Sagrado Corazón de Jesús”.
Sobre los desafíos a los que se enfrenta la Iglesia hoy, el arzobispo subrayó la importancia de reactivar la evangelización para “lograr que el mensaje de Jesús llegue a todos, a los niños y a los mayores, y a cómo transmitir la fe y vivir la caridad con los más pobres”. “Espero poder desempeñar sabiamente esta tarea a la que me enfrento con una confiada esperanza”, ha añadido.