Francisco Cerro será el nuevo arzobispo de Toledo. El hasta ahora obispo de Coria-Cáceres sustituirá a Braulio Rodríguez Plaza, que presentó la renuncia al frente de la archidiócesis manchega el pasado mes de enero tras cumplir 75 años. Tras meses de quinielas, finalmente la Santa Sede se ha decantado por el candidato que más ha sonado en los mentideros eclesiales desde que se planteó la jubilación de Rodríguez Plaza. Aunque su nombramiento estaba cerrado desde hace meses, se trata de la primera designación oficial que se realiza con Bernardito Auza como nuncio en España. De hecho, el anuncio se ha demorado hasta que el diplomático filipino no ha tomado posesión.
Así lo recoge el Bolletino de la Santa Sede hecho público a mediodía, por el cual Cerro se convierte además en el primado de España, título honorífico en la actualidad ligado al pastoreo de la diócesis toledana, que tuvo gran relevancia en la Edad Media y en la Edad Moderna. Tanto es así que el nombramiento de arzobispo de Toledo prácticamente llevaba implícito el cardenalato, tradición rota por el Papa Francisco, como ha sucedido con otras sedes episcopales europeas.
En un mensaje de saludo escrito, Cerro asegura que manifiesta “con alegría” su nuevo destino y que vive como “un regalo precioso del Señor” tomar el relevo de Braulio Rodríguez: “Apoyado en la gracia de Dios y no en mis fuerzas voy a vosotros como padre y pastor, hermano y amigo de todos”. En el mismo testo presenta a Toledo como “una Iglesia llena de historia, de vida y de frutos de santidad, con una gran tradición cristiana, con sacerdotes, religiosos y religiosas verdaderamente entregados a su vocación y laicos que trabajan con alegría e ilusión en la misión de la Iglesia”.
Hasta la toma de posesión de Cerro, Rodríguez Plaza ha sido designado administrador apostólico de la archidiócesis, que a su vez ha delegado estas competencias en el vicario general Francisco César García Magán, así como en los tres vicarios de zona y el vicario para el clero.
Francisco Cerro -o Paco Cerro, como se le conoce en círculos eclesiales- conoce bien la capital toledana en tanto que, entre otros cometidos, fue director de la casa diocesana de ejercicios espirituales. Devoto y estudioso del Sagrado Corazón de Jesús, este filósofo y teólogo lleva más de doce años al servicio de la diócesis de Coria-Cáceres y forma parte de la Comisión para la Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal Española.
Tal es su pasión por el Sagrado Corazón que en su escrito de saludo a la archidiócesis de Toledo detalla cómo “ejercer el ministerio desde los sentimientos del corazón de Cristo”, y reitera su intención de ayudar a “conocer los secretos del corazón de Jesús y a ver a las personas y los acontecimientos de la vida como Dios los ve, con amor misericordioso y tierno”.
Cerro llega a una archidiócesis en la que habitan unas 735.000 personas, con 268 parroquias y 476 sacerdotes. Según estadísticas oficiales, durante el curso 2018-19, contaba con 67 seminaristas se ordenaron ocho nuevos sacerdotes y diez diáconos.
Entre las asignaturas pendientes que se arrastra desde hace décadas y que ahora tendrá que lidiar Cerro es buscar una solución para el conflicto abierto en torno al Real Monsaterio de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de Extremadura pero que, sin embargo, pertenece desde el punto de vista de las demarcaciones eclesiales a Toledo.
Se da la circunstancia de que el nuevo primado es cacereño de nacimiento -de Malpartida- y que en más de una ocasión ha propuesto una vía para acabar con la polémica: convertir Guadalupe en sede episcopal para que se incorpore a la provincia eclesiástica extremeña. Esa apuesta que hasta ahora hacía como prelado cacereño tendrá que calibrarla como nuevo primado de España.