El 28 de diciembre la Iglesia celebra e día de los Santos Inocentes en recuerdo de la escena bíblica de la matanza de Herodes. Con este motivo, algunos recuerdan a los inocentes cuyas vidas han sido truncadas antes de nacer o son descartados antes de morir.
Más allá de consideraciones políticas y de apropiación de esta festividad, Vida Nueva repasa las 5 frases más contundentes del papa Francisco y su defensa de la vida y de los inocentes de la sociedad.
“Ningún ser humano puede ser jamás incompatible con la vida, ni por su edad, ni por su salud, ni por la calidad de su existencia. Todo niño que se anuncia en el vientre de una mujer es un regalo, que cambia la historia de una familia: de un padre y una madre, de abuelos y hermanos. Y este niño necesita ser bienvenido, amado y cuidado. ¡Siempre!” (audiencia a los participantes en el Congreso internacional sobre la defensa de la vida humana, 25 de mayo de 2019)
“¿Pero cómo puede ser terapéutico, civil, o simplemente humano un acto que suprime una vida inocente e inerme en su nacimiento? Yo os pido: ¿es justo ‘quitar’ una vida humana para resolver un problema? ¿Es justo contratar un sicario para resolver un problema? No se puede, no es justo ‘quitar’ a un ser humano, aunque sea pequeño, para resolver un problema. Es como contratar un sicario para resolver un problema” (audiencia general del 11 de octubre de 2018).
“¿Y si una de estas chicas explotadas [por la trata de mujeres] quedara embarazada tras una violación?” (pregunta de Jordi Évole al papa Francisco). “Entendería su desesperación pero también se que no es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema. ¿Es lícito alquilar a una persona para que la elimine? La respuesta es tuya no es mía. Pero tampoco la puedo dejar en la calle” (entrevista en el programa ‘Salvados’ en La Sexta, 30 de marzo de 2019).
“En nuestros días, como consecuencia de los progresos científicos y técnicos, han aumentado notablemente las posibilidades de curación física; sin embargo, por algunos aspectos parece disminuir la capacidad ‘de ocuparse’ de la persona, sobre todo cuando sufre, es frágil e indefensa. Por esto, los médicos católicos se comprometen en vivir la profesión como una misión humana y espiritual, como un verdadero y propio apostolado laical.
El pensamiento dominante, propone a veces una ‘falsa compasión’: aquella que considera que sea una ayuda a la mujer a favorecer el aborto, un acto de dignidad el procurar la eutanasia, una conquista científica ‘producir’ un hijo considerado como un derecho, en vez de acogerlo como un don, o usar las vidas humanas como ratas de laboratorio para salvar presumiblemente otras. La compasión evangélica en cambio es aquella que acompaña en el momento de la necesidad, esta es la del Buen Samaritano” (audiencia a la Asociación de Médicos católicos, 15 de noviembre de 2014).
“La práctica de la eutanasia, que ya se ha legalizado en varios países, solo aparentemente pretende promover la libertad personal; en realidad, se basa en una visión utilitarista de la persona, que se vuelve inútil o puede equipararse a un coste, si desde el punto de vista médico no tiene esperanzas de mejora o ya no puede evitar el dolor” (audiencia a la Asociación Italiana de Oncología, 2 de septiembre de 2019).