En la ciudad polaca de Breslavia ya está a pleno rendimiento el 42º Encuentro Europeo de Jóvenes organizado por la Comunidad Ecuménica de Taizé, una cita que llaman “peregrinación de confianza a través de la tierra” y que vuelve al mismo lugar 30 años después. 15.000 participantes estarán hasta el 1 de enero siendo testimonio de encuentro, reconciliación y paz.
El hermano Alois, en una entrevista a la Agencia SIR, comentó lo que ha cambiado el mundo en estas tres décadas. Cuando Tazié acudió a Breslavia por primera vez el muro de Berlín acababa de caer, un viento de libertad soplaba por toda Europa; en cambio, hoy en día, “las divisiones tienden a estabilizarse, las generaciones más jóvenes viven el futuro con más preocupación. Por lo tanto, es aún más importante dar a los jóvenes europeos la oportunidad de encontrarse y escucharse más allá de las fronteras”, señaló.
La hospitalidad polaca, para el hermano Alois, “es un gran mensaje de confianza” y “estos signos de confianza son fundamentales para la construcción de la comunidad humana, en un momento en que muchas personas tienen miedo de los extranjeros”. “La fe en Cristo nos hace peregrinos, nos pone en camino dentro de nosotros mismos y hacia los demás, nos hace estar atentos a los que encontramos. El Evangelio no es compatible con el ‘cada uno para sí mismo’”, señala refiriéndose a los migrantes.
En este sentido, ha señalado que “los grandes movimientos migratorios están alterando nuestras sociedades, pero también vemos la oportunidad que nos ofrecen”. Pensando en la emergencia ecológica y climática, ha reivindicado que “nos piden una nueva flexibilidad, una conversión de nuestras formas de vida. Para enfrentar con valentía los desafíos que nos preocupan, necesitamos un apoyo sólido. Nos piden que estemos firmemente arraigados en la fe. Por eso, a través de nuestro tema, queremos proponer a los jóvenes que profundicen en la comprensión de estas dos realidades que a primera vista parecen contradictorias”, señaló.
Hablando de la Iglesia, ha deseado: “Lo que espero para el futuro es que la Iglesia contribuya a construir una globalización con rostro humano”. Para el superior de la comunidad ecuménica, “la Iglesia está pasando por un momento difícil, es como la barca de los apóstoles frente a la tormenta. Pero a través de esta prueba, también podemos crecer en humildad y sencillez”, señaló.