Parece que el sufrir incidentes desagradables va en el cargo de Papa. Se ha hecho viral la reacción del papa Francisco al reprender a una mujer que le tiró del brazo mientras saludaba a los fieles el pasado 31 de diciembre en la plaza de San Pedro. Pero no es la primera vez que le sucede. Tampoco el primer Papa que vive un hecho similar.
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Ante el apretón de la mujer, Francisco trató de soltarse llegando incluso a darle un manotazo sin que intervinieran los agentes de seguridad. Más allá de toda disputa en las redes sociales, que le otorgan más o menos “santidad” por haber perdido la paciencia, no tuvieron que pasar ni 24 horas para que el Papa –autoproclamado tan pecador como cualquier otro cristiano– decidiera pedir perdón por dar “un mal ejemplo”.
No es la primera vez que estos gestos del Papa argentino resultan bruscos, ya que, por ejemplo, suele impedir que se le bese el anillo. Pero durante su visita a México en 2016, vivió un hecho similar, en el que reprendía a un joven que le hizo caer por sus ansias de tocarle. “¡Eres un egoísta!”, le reprendió el Papa entonces. Sin embargo, estos dos hechos aislados en sus casi 7 años de pontificado obedecen a su insistencia de estar cerca de la gente.
Con peores consecuencias acabó el placaje a Benedicto XVI en la Navidad de 2009 cuando iba en procesión hacia el altar de la basílica de San Pedro. En esta ocasión, una mujer se abalanzó sobre él haciendo caer también al recién fallecido cardenal Roger Etchegaray, que terminó con el fémur fracturado en el hospital.
El vaticanista de Il Sismografo Luis Badilla ha recordado también que Juan Pablo II, en sus 104 peregrinaciones internacionales, también ha sido zarandeado decenas de veces con riesgo para su integridad, amén del atentado que sufrió en San Pedro, en el que, como es lógico, no pudo reaccionar porque fue herido de bala. Otro atentado sufrió Pablo VI en Manila, cuando, a su llegada al aeropuerto, un hombre vestido de sacerdote le acuchilló en la yugular.
