La Iglesia colombiana aboga por modelos de gobierno integrales, incluyentes y solidarios

  • Ante el nuevo periodo que inicia los gobernantes locales, algunos obispos han expresado sus votos por propuestas alternativas, de cara a la realidad del país y al imperativo de la paz
  • El presidente del Episcopado confía que los alcaldes y gobernadores que comienzan su mandato, tomen en serio la prioridad del “desarrollo integral, solidario y sostenible”

La Iglesia colombiana aboga por modelos de gobierno integrales, incluyentes y solidarios

El inicio del 2020, en Colombia, ha estado enmarcado por los actos de posesión de alcaldes y gobernadores que comienzan su periodo de gobierno. Sus palabras, promesas y gestos, este el 1º de enero, han ganado los titulares de los principales medios en el país.



También la Iglesia católica –a través de algunos obispos– ha tenido una palabra para los nuevos mandatarios locales, en consonancia con su doctrina social y con el magisterio del papa Francisco.

Desarrollo integral, solidario y sostenible

Óscar Urbina Ortega, arzobispo de Villavicencio y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) ha invitado y motivado a los gobernantes que inician su gestión a promover “nuevos modelos de desarrollo integral, solidario y sostenible”.

Urbina Ortega aboga, además, por “nuevas economías incluyentes que propicien el progreso del país”, a través de un breve video compartido por la CEC.

“Desde lo territorial hacia un nuevo país”

Por su parte, el arzobispo de Cali, Darío Monsalve, ha manifestado a través de su cuenta de Twitter la urgencia de “avanzar desde lo territorial hacia un nuevo país”, mediante propuestas alternativas que respondan a los clamores de los movimientos populares.

Guardo la esperanza de que los gobiernos locales, elegidos con independencia de partidos y oficialismo, generen una visión alternativa y articulada con la movilización popular por cambios socioeconómicos y proceso de paz“, ha enfatizado el arzobispo de Cali.

Antes de la contienda electoral el grupo de obispos del Pacífico y del Suroccidente colombiano –que incluye siete jurisdicciones eclesiásticas– , habían expresado públicamente la necesidad de “fortalecer la construcción del bien común, combatir la corrupción, superar las polarizaciones y consolidar el camino hacia una paz territorial”.

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