Congreso Nacional de Laicos 2020: ¿la última gran oportunidad para los seglares?

Una laica del movimiento Regnum Christi

Fue en 1955 cuando el obispo y teólogo Gérad Philips habló por primera vez de “la hora de los laicos”. Quien acabaría siendo el relator de la constitución apostólica Lumen Gentium en el Vaticano II, había detectado la presencia en Europa de destacados seglares (ninguno español) interesados por los asuntos religiosos.



Desde entonces, “la hora de los laicos” ha sonado en innumerables ocasiones, también en España, a modo de desiderátum que ni siquiera la amplitud con la que fue abordada en el Concilio ha conseguido impulsarla con la decisión que los laicos de este siglo XXI parecen querer imprimirle. La llegada del papa Francisco, en este sentido, está jugando un papel dinamizador, del que ha querido aprovecharse la Conferencia Episcopal Española (CEE) para, dentro de su plan pastoral vigente, que termina este 2020, organizar, del 14 al 16 de febrero, un Congreso de Laicos en Madrid. Vistos los resultados del Congreso Nacional de Evangelización de 1995 o del Congreso Nacional de Laicos de 2004, tal sea la última gran oportunidad para que “la hora de los laicos” suene por fin en el reloj de la Iglesia en España.

“Este Congreso es una iniciativa totalmente necesaria. Empezamos a trabajar en la clave de la sinodalidad y se ha convertido en no solo un acontecimiento de tres días en Madrid, sino en un auténtico proceso de discernimiento en clave sinodal, con una reflexión seria e importante sobre la vocación laical en España y la misión a la que estamos llamados los fieles”, afirma Isaac Martín Delgado, delegado de Apostolado Seglar de Toledo.

Punto de partida

Sin embargo, el también miembro de la comisión ejecutiva que organiza un evento que llevará por lema Pueblo de Dios en salida, es consciente de que este es solo un punto de partida. “Lo importante es abrir procesos y el que se ha abierto con este congreso nos va a ayudar a los seglares a madurar. Es un proceso suficientemente potente por estas dos claves: la sinodalidad y el discernimiento. Ambas se están trasladado a las diócesis y a las asociaciones y movimientos”. Y ofrece datos: “En el cuestionario que se envió en la etapa del precongreso han participado 2.485 grupos, con un total de 37.000 personas. Esto es indicativo de que este proceso está cuajando poco a poco en nuestra Iglesia”.

Precisamente, y a luz de la reflexión que han hecho esas miles de personas, plasmada en el llamado instrumentum laboris de este congreso, se constata que “tenemos que seguir profundizando en este proceso sinodal”, apunta. “En la reflexión que han hecho los grupos se evidencian una luz y una sombra. La luz es que los seglares estamos siendo realmente conscientes de qué significa la vocación laical, que no es de segunda, sino que estamos llamados a cambiar la realidad y a jugar un papel protagónico en la Iglesia. Pero nos damos cuenta también de que hay que seguir avanzando y profundizando en la vivencia de la vocación laical e interiorizar el magisterio de la Iglesia, sobre todo después del Vaticano II”.

Y lo están viviendo “con esperanza”, apostilla. Y subraya que “hay también una voluntad por parte de nuestros obispos de apoyar este proceso”. Y aquí aparece la figura del papa Francisco y su idea de “Iglesia en salida”, explicitada en su exhortación apostólica Evangelii gaudium.

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