En la cúspide y en la base. Laicos con un papel más visible y otros haciendo trabajo de campo. Ninguno de los actores más importante que el otro, porque todos son enviados con la misma misión: transparentar el Evangelio. Fernando Giménez Barriocanal, presidente de COPE y vicesecretario de Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal Española, es posiblemente el laico con mayor posición de la Iglesia en España.
‘Ad intra’ y ‘ad extra’. Pero el se sigue viendo como un servidor que solo soñaba con ser profesor de universidad. Por los números le conoceréis, pero más allá de manejar las finanzas de los obispos, ha reflexionado para ‘Vida Nueva en torno al laicado que viene’. La cita es compartida con Álvaro de Juana, redactor de Trece. Arriba y abajo.
“Me parece maravilloso que una persona pueda levantar un trozo de pan y que eso se convierta en el cuerpo de Cristo. Es inaudito y es un papel que tiene el ministro consagrado. Esa es una de sus misiones. Los laicos tenemos otras. Pero no por eso estamos a su servicio. Nosotros estamos al servicio de la Iglesia, no de los sacerdotes. El laico que se ha enamorado de Jesucristo y de la Iglesia lo tiene claro. Los pastores tienen su función y estamos muy cerca de ellos”, indica Barriocanal.
Y continúa su argumentación con un símil futbolero: “En un equipo de fútbol no podemos ser todos delanteros, y aquí tampoco”.
Toma la palabra De Juana. “El Papa dice que el laico tiene que estar en primera línea. Hay una tendencia a que sea así. Ahora tenemos menos miedo a evangelizar, a exponernos en público”, indica poniendo el ejemplo de Tamara Falcó, recién elegida ganadora de MasterChef Celebrity 4, que ha dejado clavados a los espectadores en más de una ocasión por su vivencia de Dios. “Eso es importante porque en cualquier grupo de amigos existe un cierto pudor a decir que vas a misa los domingos”, reconoce.
Llega el turno de soñar. Soñar con una Iglesia y un laicado protagonista. “Sueño con personas a las que les haya tocado el Evangelio y que lo manifieste a su manera. Todavía hay gente que piensa que van a ir al cielo los buenos y al infierno los malos. El Evangelio dice otra cosa. Te has sentido perdonado y querido por Dios y eso es lo que te hace salir a la calle. Creo en ese laicado”, expone Barriocanal.
Y concluye De Juana: “El laico del futuro no puede tener reparos en dar lo que ha recibido. Cuando uno tiene una experiencia del amor de Dios tan impresionante, hace todo para entregarlo. Es como cuando te toca la lotería, a lo mejor te lo callas al principio, pero luego tienes que decirlo. Pues lo mismo pasa con esto. Tenemos que contarlo. Benedicto XVI y Francisco recalcan que la fe no se propaga por proselitismo sino por atracción”. Toca ponerse manos a la obra.