La Santa Sede ha hecho público este mediodía el mensaje del papa Francisco para la 28ª Jornada Mundial del Enfermo que, con el título “Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré” (Mt 11,28), se celebrará el próximo 11 de febrero en donde, de nuevo, se pide acoger y respetar la vida desde el nacimiento y hasta la muerte natural.
Para todos aquellos que siente ese cansancio y aflicción, “la Iglesia quiere ser cada vez más y mejor la ‘posada’ del buen samaritano que es Cristo (cf. Lc 10, 34), es decir, la casa donde puedes encontrar su gracia que se expresa en familiaridad, hospitalidad y alivio” en donde “podrás conocer personas que, curadas por la misericordia de Dios en su fragilidad, sabrán cómo ayudarte a cargar la cruz haciendo tus propias heridas a través de las lagunas, a través de las cuales puedes mirar el horizonte más allá de la enfermedad y recibir luz y aire para tu vitae”, señala el Papa.
Refiriéndose al personal sanitario, que ha de estar al cuidado de los enfermos, les recuerda que “en la experiencia del límite y el posible fracaso incluso de la ciencia médica frente a casos clínicos cada vez más problemáticos y diagnósticos desfavorables, está llamado a abrirse a la dimensión trascendente, que puede ofrecerle el significado completo de su profesión”, dado que “la vida es sagrada y pertenece a Dios, por lo tanto, es inviolable y no está disponible”.
“La vida debe ser aceptada, protegida, respetada y servida desde su nacimiento hasta su muerte: tanto la razón como la fe en Dios, autor de la vida, la requieren al mismo tiempo. En algunos casos, la objeción de conciencia es la opción necesaria para que usted permanezca consistente con este ‘sí’ a la vida y a la persona. En cualquier caso, su profesionalismo, animado por la caridad cristiana, será el mejor servicio al verdadero derecho humano, el de la vida. Cuando no puede sanar, siempre puede sanar con gestos y procedimientos que brindan alivio y alivio al paciente”.
No se olvida tampoco Jorge Masrio Bergoglio de alabar la labor de estos profesionales sanitarios ni de condenar que, “desafortunadamente, en algunos contextos de guerra y conflicto violento, el personal de salud y las estructuras que aseguran la recepción y asistencia de los enfermos son objetivos” .
“Ellos –subraya especialmente el Pontífice– también son hombres y mujeres con sus debilidades y también sus enfermedades. Y para ellos en particular, es cierto que, ‘una vez que hemos recibido el refrigerio y el consuelo de Cristo, estamos llamados a convertirnos en un refrigerio y consuelo para los hermanos, con una actitud suave y humilde, en imitación del Maestro’”.
Francisco les pide igualmente que, ante “cada intervención diagnóstica, preventiva, terapéutica, de investigación, cura y rehabilitación”, no olviden que antes que al adjetivo “enfermo”, está dirigida al “sustantivo persona”, y, por lo tanto, “su acción está constantemente dirigida a la dignidad y la vida de la persona, sin ceder ante actos de eutanasia, suicidio asistido o supresión de la vida, incluso cuando el estado de la enfermedad es irreversible”.
El Papa finaliza su mensaje recordando a todas aquellas personas que en todo el mundo no tienen la posibilidad de acceder a una cura pues viven en medio de la pobreza, por lo que “recurro a las instituciones de salud y los gobiernos de todos los países del mundo, para que, por un aspecto económico considerable, no descuiden la justicia social”.