Crecen los temores en Colombia frente al “inminente riesgo” de una nueva masacre en Bojayá, como la que se vivió el fatídico 2 de mayo de 2002. La alerta ya la había encendido el obispo de la diócesis de Quibdó, Juan Carlos Barreto, así como varias organizaciones sociales, desde el pasado mes de noviembre, justamente cuando retornaron al municipio chocoano –¡17 años y medio después!–, los restos de 70 víctimas para recibir cristiana sepultura.
Frente a la coyuntura actual y las amenazas que se ciernen sobre la población –con connotaciones de desplazamientos, confinamientos, reclutamientos y diversas expresiones de violencia–, Vida Nueva dialogó con la Hna. Constanza Arango, secretaria ejecutiva de la comisión de Justicia, Paz e Integridad de la Creación (JPIC) de la Conferencia de Religiosos de Colombia.
“Desafortunadamente, el peligro ya advertido por la diócesis de Quibdó, quien se pronunció el 17 de noviembre de 2019, y por la Defensoría del Pueblo de Chocó, se ha materializado con la incursión de militantes de las Autodefensas Gaitanistas, que obligan a la población a huir“, denuncia la religiosa.
¿Cuáles son los móviles que se encuentran detrás de esta situación? Para la secretaria ejecutiva de la comisión JPIC “el principal problema es la ausencia o la muy debilitada presencia del Estado en éstas regiones“, aunque existen otros factores como “el afán de controlar rutas del narcotráfico y de tierras por parte de grupos ilegales; la minería ilegal; y las disputas entre grupos insurgentes”.
La defensa de la vida de los habitantes y el cuidado de la casa común, son una verdadera prioridad. En este sentido, la Hna. Constanza considera considera que “es importante, un acompañamiento y monitoreo de la situación”, para lo cual sugiere “afrontar con sentido evangélico los retos que viven las poblaciones”, como lo viene haciendo la Iglesia en el Pacífico y Suroccidente colombiano, “al crear redes, pronunciamientos y acciones conjuntas“.
También para la vida religiosa colombiana, la situación que vive Bojayá representa un desafío, no obstante que se trata de “un conflicto que nos desborda”, como apunta la salesiana.
En el trasfondo, prevalece el recuerdo y el compromiso con la paz que suscitó la visita del papa Francisco a Colombia, cuando celebró el Encuentro de oración por la reconciliación nacional ante el ‘Cristo mutilado’ de Bojayá, el 8 de septiembre de 2017.
Con todo, más allá del complejo panorama que representa la escasa presencia del Estado, en contraste con los crecientes intereses de los grupos en conflicto, la Hna. Constanza esta convencida que la vida religiosa debe “continuar trabajando procesos de reconciliación y de incidencia política con las comunidades“, apoyando, a su vez, “las movilizaciones sociales y las justas reivindicaciones de las poblaciones”
“Nos urge, un trabajo de presencia, intercongregacional y también interreligiosa, en las regiones más abandonadas del país, para acompañar y defender a poblaciones que viven bajo amenaza constante”, concluye la religiosa salesiana.