Con su nombramiento en julio de 2018 como prefecto del dicasterio para la Comunicación, Paolo Ruffini se convirtió en el primer laico en estar al frente de un ‘ministerio’ de la Santa Sede. Tras una larga experiencia en puestos de máxima responsabilidad en televisiones y radios italianas, a este palermitano nacido en 1956, Francisco le encargó la coordinación de los medios informativos vaticanos y de la Sala de Prensa.
“Cuando el Santo Padre me pidió que desarrollara este servicio, una de las primeras cosas que me pregunté es si estaba previsto que lo pudiera ocupar un laico”, reconoce Ruffini en una entrevista con Vida Nueva. “Pero casi de inmediato me surgió el pensamiento contrario, que tal vez los laicos nos habíamos habituado a tener la gran coartada de que nuestra responsabilidad era relativa, pues siempre estaban por delante los clérigos. Yo estoy viviendo esta situación como una asunción del papel que tenemos los laicos en el camino compartido de la Iglesia”.
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Divide su tiempo entre su despacho de la Vía de la Conciliazione y el Palacio Pío, la antigua sede de la Radio Vaticana y donde trabajan la mayoría de los 500 empleados con que cuenta el dicasterio. “No hay en el mundo un lugar con una presencia tan diversa de culturas y lenguas como el Palacio Pío. Tal vez Naciones Unidas, pero aquí tenemos dos elementos que nos unen: la fe y la pasión por el trabajo en la comunicación”, cuenta orgulloso.
En su opinión, la Iglesia debe superar algunos marcos del pasado para entender que el seglar no solo es aquel que aporta una “funcionalidad o profesionalidad” concreta: “Lo que nos une a todos es el bautismo. Somos todos Iglesia a partir de ese sacramento”. De esta manera se evita caer en el error de pensar que los laicos “son solo los técnicos”, dice Ruffini, invitando finalmente a otros seglares a que se atrevan también a dar un paso adelante para “asumir sus responsabilidades”.
