El arzobispo de Tarragona: “El Evangelio no condena ninguna forma familiar”

  • Joan Planellas constata en un artículo la proliferación de modelos como “las familias entre personas del mismo sexo”
  • “Ante este hecho la aportación cristiana puede tener su sentido y su significado”, aunque “supone una actitud respetuosa y crítica”

El arzobispo de Tarragona: “El Evangelio no condena ninguna forma familiar”

Joan Planellas, arzobispo de Tarragona, reconoce, en un artículo en La Vanguardia –en el que amplia su reflexión del domingo de la Sagrada Familia–, que “la familia es objeto de una gran esperanza en todo el mundo, pero hoy, al mismo tiempo, se vuelve muy frágil”. Esta fragilidad implica, para el prelado, que “no hay ninguna realización familiar perfecta”. Y recuerda que “el Evangelio no condena nunca, sino que asume, impulsa y corrige, con el fin de hacer crecer en el único Espíritu. Es así como el Evangelio salva no solo a las personas, sino también los grupos humanos, y especialmente la familia”.



De la familia a las familias

El prelado señala algunas condiciones económicas “complicadas” que repercuten en la familia: el exceso de trabajo, el paro juvenil o las nuevas mentalidades… “Hay nuevas relaciones en la familia, además del nuevo papel de la mujer en la sociedad. Hablar de la familia actualmente implica hablar de ‘familias’, porque son diversas las formas que han adquirido, desde el punto de vista social y jurídico”, asegura.

En concreto, Planellas, destaca que “hoy en día la estructura familiar ha dejado de quedar circunscrita a lo que entendíamos por familia nuclear, compuesta por los padres y los hijos, para dar paso a una diversidad de formas que van desde la convivencia entre hombre y mujer sin certificado matrimonial (parejas de hecho), la familia monoparental, las parejas con domicilios propios para la mujer y el hombre o las familias entre personas del mismo sexo con reconocimiento jurídico”.

Señalando al antropólogo Lluís Duch, explica esta diversidad, por motivos como el aumento de la duración de la vida y lo que implica de provisionalidad. “En un mundo donde las separaciones y los divorcios se vuelven cada día más frecuentes, las relaciones familiares son objeto de inacabables procesos de reclasificación familiar”, apunta.

La familia tiene futuro

A pesar de esto, “la familia es y será el marco donde el ser humano lleva a cabo sus primeras y fundamentales experiencias, el laboratorio donde los humanos viven las posibilidades creadoras y ‘humanizadoras’ de nuestra especie”. Por ello, para el arzobispo, “el futuro de la familia pasa por la interrelación afectuosa, por la primacía del amor y el respeto, entendidos como la aceptación de aquello que ha sido, es y será nuestra existencia”.

Ante este hecho la aportación cristiana puede tener su sentido y su significado, dado que esta se convierte siempre en un llamamiento a vivir el amor y el darse con toda su grandeza, delicadeza y exigencia. Eso supone una actitud respetuosa y crítica”, apunta en la parte final de su artículo.

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