Comienza el 26º Congreso Interamericano de Educación Católica en Santiago de Chile, la cita bianual de la escuela católica de América que, en esta oportunidad, reúne a 1.241 educadores de las 23 federaciones del continente –y algunos de Europa– en el Instituto Alonso de Ercilla de los Hermanos Maristas.
“Liderazgo, comunicación y marketing” es la triada temática del evento organizado por la Confederación Interamericana de Educación Católica, que contó con la participación del Nuncio Apostólico de Chile, Alberto Ortega, en su sección inaugural, quien ha compartido la invitación del papa Francisco a “promover una auténtica cultura del encuentro, de modo que [la escuela católica] pueda ser una propuesta de esperanza y confianza para nuestro tiempo“.
A ello también se refirió el presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, Santiago Silva Retamales, al presidir la Eucaristía de apertura del Congreso en la tarde del 8 de enero, recordando “la íntima relación entre Evangelio y humanidad” que subyace a la misión de la escuela católica, porque “quien acepta el Evangelio se hace más persona”.
Como biblista, Silva Retamales no dejó de referirse a las imbricaciones entre comunicación y marketing que se desprenden del Evangelio. “Cristo irrumpe en la vida de la gente”, “crea disrupción en las personas“, y, finalmente, consolida con su mensaje. De hecho, la originalidad de su propuesta “constituye ya su marketing”, subrayó el prelado.
Por su parte, el secretario general de la CIEC, Óscar Pérez Sayago, en sus palabras de apertura señaló que, justamente, este congreso deberá responder a la necesidad de retomar la identidad y la pertinencia de la escuela de cara a las más apremiantes realidades: “tenemos que inventar las respuestas que correspondan a los cambios sociales, económicos y políticos de los pueblos en donde nos hemos encarnado”.
“En otras palabras, debemos convencernos que más importante que administrar el pasado debe ser convertirnos al futuro“, matizó el secretario general de la CIEC, lo cual implica “revisar continuamente las prácticas, reescribirlas, probarlas, rehacerlas y replantearlas”.
De ahí que las “nuevas marginalidades”, que en palabras de Pérez Sayago pasan por “la inmigración, el desempleo o el empleo informal, el no acceso a las tecnologías, los sectores rurales no vinculados a las comunicaciones, el desplazamiento por causa de la violencia”, e incluso “asuntos de género, edad o raza”, deberá señalar el norte del compromiso de la escuela católica de América, acogiendo la llamada de Francisco a ser “una Iglesia en salida”.
Para hacerlo posible, la CIEC anima a los educadores católicos a emprender un “proceso exodal” para “salir del Egipto de nuestras seguridades“, “pasar por el Mar Rojo de nuestras incertidumbres” y, sobre todo, en “apertura a encontrar pueblos extraños, en nuevos lugares de servicio educativo, con nuevas personas”.
“Es el momento para ser significativos en nuevos escenarios, con nuevos desafíos, para las nuevas generaciones en los países donde hacemos presencia”, concluyó el secretario general de la CIEC.