Martin Scorsese ofreció algunas primicias al papa Francisco de su película de gánsteres ‘El irlandés’ cuando se encontraron por última vez el pasado 21 de octubre. Entonces, según revela el director de ‘L’Osservatore Romano’ Andrea Monda en una entrevista con el cineasta, este le dijo al pontífice que era una película sobre el tiempo y la mortalidad, la amistad y la traición, el remordimiento y el arrepentimiento del pasado. Entonces ambos hablaron del tiempo y al eternidad.
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La humanidad todavía existe
El director de cine confiesa que como en la calle aprendió “que cada día la gente hace todo tipo de compromisos con el mal, y que la humanidad todavía existe –y la bondad también– y que todas estas cosas pueden existir una al lado de la otra, a veces tan cerca que al principio no se pueden diferenciar” y que en la Iglesia ha encontrado sacerdotes que, como el padre Príncipe, “uno puede ser duro por fuera y compasivo por dentro, y que la dureza es una manera de alimentar esa compasión”.
Comentando su última película, Scorsese señala que “el horror es muy real, pero siempre he considerado importante mostrar cómo funciona ese mundo y qué reglas sigue, por muy perversas y dañinas que sean”. Para él, “hay diferentes niveles de horror: la violencia misma, su concreción, el impacto en las víctimas y sus familias y testigos; y luego está la corrosión del alma. El hecho es que hay una conciencia y hay remordimientos, lo reconozcamos o no. Y siempre hay un enfrentamiento. Y luego, más tarde, otro enfrentamiento”. Aunque en medio de ese panorama, “la humanidad no desaparece fácilmente”; incluso en las historias más violentas “ese pequeño rincón de la humanidad todavía estaba allí”.
Una puerta abierta
En la cinta aparece un sacerdote y una larga confesión. Ahí Scorsese saca sus raíces juveniles cristianas. “No es tan fácil abandonar lo que ha sido espiritualmente formativo en la vida de uno y cambiar de fe como si uno se cambiara de ropa”, confiesa. “Creo que el camino de Cristo es lo único que hace posible nuestra supervivencia. Es el único camino que veo para que la humanidad –todo el gran organismo de la humanidad– pueda realmente cambiar y evolucionar, alejándose de la aniquilación en un sentido espiritual”, señala.
“Creo que la confesión es uno de los instrumentos espirituales más poderosos de que dispone la Iglesia. Es un examen auténtico de quién eres, de todas tus dudas, miedos y transgresiones, y el mismo acto de confesión abre la puerta para intentarlo de nuevo, para tener otra oportunidad. Aunque no consigas la absolución, aún así has abierto la puerta”, añade en clave esperanzada.
Recordando ‘El diario de un cura rural’ de Georges Bernanos habla de “la revelación del rostro misericordioso del Dios cristiano” que ha visto personificado en Francisco. “Cuando pienso en el papa Francisco debo decir que la primera palabra que me viene a la mente es compasión. Lees las palabras del Santo Padre, te encuentras cara a cara con él, y te das cuenta de que es un hombre que ve el fundamento espiritual de la Iglesia”, por lo que concluye señalando: “Me parece extraordinario que este hombre sea nuestro Papa. Es una bendición. Y considero que es una bendición haberle conocido”.
