“La protección de menores no es una moda, no es un tema más. Como Vida Religiosa, no podemos dejar que el miedo nos coarte para actuar”. De esta manera se ha expresado esta mañana el secretario general de la Conferencia Española de Religiosos, el lasaliano Jesús Miguel Zamora, en la 2ª edición de las jornadas sobre abusos, que este año lleva por título ‘Entornos seguros para menores y personas vulnerables: cauces operativos’.
Durante su breve presentación de esta cumbre de los religiosos españoles, Zamora ha dirigido a los consagrados para advertir, “por si alguien lo duda, que las víctimas son y deben ser nuestra preocupación constante”. Asimismo, ha entonado un mea culpa por “todos aquellos momentos en los que no hemos obrado bien”. Y ha agregado justificando la celebración del evento: “No queremos que lo anterior se repita, por eso queremos ir por delante y que los entornos que generamos sean siempre seguros”.
La ponencia marco ha estado a cargo de la teóloga Dolores Guzmán, quien ha comenzado su intervención, titulada ‘La perversión del abuso: desfigurar a Dios’, citando frases de víctimas. “Me gustaría decirle que destruyó mi vida, que no merece llamarse sacerdote”; “Ningún dinero puede compensar esto”; “No soporto ver a un sacerdote vestido, no puedo comulgar de la mano de un cura y me dan ganas de cruzar la calle cuando veo una Iglesia”; “Perdí mi dignidad. Cuando acabó la violación me dijo que no se lo contara a nadie”, relataba ante el silencio del auditorio.
Guzmán ha detallado 5 palabras que se repiten en todas las víctimas: asco, angustia, rechazo, vergüenza y miedo. Para luego recordar que “el abuso en la Iglesia tiene una gravedad extrema. Esto tiene que revolvernos, porque es un pecado mortal. Asusta decirlo, pero no debemos esquivar esta verdad”. Y ha dado tres razones: “Produce muerte porque destroza la vida de una persona, porque deteriora la imagen de la Iglesia y su labor y evangelización, y porque distorsiona la imagen de Dios, que muere para muchas personas y deja de ser una Buena Noticia”.
Guzmán se ha dirigido con dureza a los religiosos. Y lo ha advertido durante varios momentos de su ponencia: “Esto no es para paladares exquisitos”. Al mismo tiempo, ha indicado que “el abuso de poder en la Iglesia no es solo una cuestión de casos, de números, de denunciantes y denunciados… cuando el abuso lo comete un sacerdote aumenta la gravedad del caso, porque representa al señor Jesús”. Y ha subrayado con vehemencia: “Un solo caso tiene valor infinito”.
Por otro lado, Diego Blázquez e Ignacio Oficialdegui, expertos en la materia, dieron a los religiosos pistas para ponerse a caminar en la protección de jóvenes y adultos vulnerables bajo un modelo integral. “Lo importante es ponerse en marcha, porque crear entornos seguros es para todos, quienes han tenido o no casos de abusos”, ha señalado Blázquez.
Durante su intervención, han puesto el foco en la prevención; “no hay que poner tiritas a la herida”, ha recalcado. Por ello, les ha animado a que nombren a una persona responsable sobre protección de menores en cada institución. “El riesgo no desparece nunca, pero podemos reducirlo y darle respuesta”, ha subrayado.
Por su parte, Oficialdegui ha instado a una verdadera “transformación” de las instituciones para construir ambientes seguros. “Debemos detectar indicadores de comportamientos inadecuados. Y para ello necesitamos una política, ponerla en marcha y luego revisarla”, ha incidido invitándoles a ser proactivos.