Intensos días vivieron en Caracas los obispos venezolanos tras la celebración de su 113ª Asamblea plenaria para analizar los escenarios políticos y sociales. Sin duda “los madrugó” la abrupta y polémica elección del parlamento el pasado 5 de enero y en una inusual forma la directiva del episcopado delegó en tres obispos: Luis Enrique Rojas, obispo auxiliar de la arquidiócesis de Mérida, Cástor Oswaldo Azuaje, obispo de la diócesis de Trujillo, y Jesús Alfredo Guerrero, obispo de la diócesis de Barinas, la lectura de lo que en esta ocasión han llamado ‘Carta fraterna’.
En el texto, que recoge el sentimiento de millones de venezolanos tanto dentro como fuera del territorio, han expresado su inconformidad ante los gobiernos de América y el mundo por el falso clima de normalidad que “autoridades y medios de comunicación del gobierno proclaman y difunden”, por tanto “denunciamos su falsedad y cinismo”.
“Es inaceptable que un país con inmensas riquezas haya sido empobrecido por la imposición de un sistema ideológico que, lejos de promover el auténtico bienestar, ha vuelto la espalda a sus ciudadanos, por lo que hoy sufrimos el aumento de la desnutrición infantil, la destrucción del aparato productivo y el crecimiento de una especulación agobiante y la corrupción intolerable”, han dicho.
Si bien han reconocido “los esfuerzos realizados desde diversas instancias internacionales para atender la situación de Venezuela”, los obispos “siguen apostando al diálogo sincero y las negociaciones que reúnan las condiciones de respeto a los derechos fundamentales del pueblo venezolano”.
También han advertido que “quienes hoy están al frente del gobierno, lo que cuenta no es el bien común sino el interés desmedido de riqueza y poder hegemónico, capaz de resquebrajar todo intento de vivir en auténtica democracia”.
“Vivimos en un régimen totalitario e inhumano en el que se persigue la disidencia política con tortura, represión violenta y asesinatos, a esto se añade la presencia de grupos irregulares bajo la mirada complaciente de las autoridades civiles y militares, la explotación irracional de recursos mineros que destruye amplias extensiones del territorio venezolano, el narcotráfico y la trata de personas”, señalaron.
Una vez más los obispos han repudiado los acontecimientos ocurridos en el parlamento para reafirmar su mensaje del pasado 12 de julio de 2019, ocasión en la cual exigieron “la salida de quien ejerce el poder de forma ilegítima” en clara referencia a Nicolás Maduro y el cese de la Asamblea Nacional Constituyente, lo cual implique la celebración de unas nuevas elecciones presidenciales bajo la tutela de un nuevo Consejo Nacional Electoral imparcial, auditoría al registro electoral, participación de venezolanos en el exterior y supervisión de organismos internacionales. Han a la comunidad internacional apoyen iniciativas en esa dirección.
Por otra parte han reiterado a los militares “guiarse por la sana conciencia de su deber, sin servir a parcialidades políticas, respetando la dignidad y los derechos de toda la población, como juraron ante Dios y la Patria” como bien lo expresaron el pasado 8 de enero tras reunirse con la junta directiva del parlamento, encabezada por Juan Guaidó.
A los más de 4.000.000 de venezolanos en la diáspora han expresado su solidaridad en virtud de que “sabemos de las vicisitudes que han tenido que sufrir y los riesgos que ha supuesto su partida”, por ello “recuerden que Venezuela siempre se ha distinguido por ser un país de acogida a migrantes venidos de diversas partes del mundo”.
Asimismo han expresado su agradecimiento de corazón a los países e Iglesias del continente y del mundo que “han brindado a quienes han emigrado para poder sentir la solidaridad y la real posibilidad de un trabajo y una condición que les permita vivir y contribuir con su familia que quedó en Venezuela”.
Foto: CEV