“El mundo necesita del amor en la familia, realidad natural que pierde su sentido sin su dimensión humana”. Así habló durante este fin de semana el administrador apostólico de la Archidiócesis de Toledo, Braulio Rodríguez, ante más de 600 personas reunidas durante las VIII Jornadas de Pastoral.
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“Es bueno tener en cuenta a la familia como una realidad natural”, añadió, una realidad que, “cuando se desestructura, todo el sujeto humano y toda la sociedad está sufriendo”. Por este motivo, las jornadas se han situado como “una ocasión para poner de relieve la familia en unos momentos en los que no está de moda en nuestra sociedad”, ya que, según Rodríguez, “si no hay una familia, el ser humano vive, pero malamente”.
Continuando con la temática de la familia, Xosé Manuel Domínguez Prieto, doctor en Filosofía por la UCM y Director del Instituto de Familia de Ourense y del Centro de Acompañamiento Familiar de Ourense, tituló su primera ponencia ‘Compromiso matrimonial: un reto de madurez’. En ella, mostró “caminos prácticos” para madurar y sanar en matrimonio, subrayando que “la persona está hecha para el amor y, por tanto, para comprometer su vida con otros y para otros”.
Avanzar en el sufrimiento
“La falta de amor y de compromiso dificultan la vida matrimonial y crean profundas heridas”, apostilló el ponente, quien, durante sus intervenciones, dio también las claves para vivir “el matrimonio con alegría”, ya que “vivir la alegría del amor del matrimonio no es sencillo ya que las condiciones actuales van en dirección contraria”, si bien recalcó que “el compromiso matrimonial es difícil desde el primer día hasta el último”.
Por su parte, María Álvarez de las Asturias, directora del Instituto de Orientación Coincidir, fue la ponente de la charla ‘Afrontando la crisis y el sufrimiento en el matrimonio’, en la que ofreció claves sobre cómo ayudar ante el sufrimiento, cuáles son las dificultades que pasan desapercibidas o el compromiso como el mayor acto de amor.
Haciendo referencia a la Encíclica ‘Amoris Laetitia’, Álvarez subrayó que la “Iglesia es la única voz que ilumina a los enamorados”, siendo fundamental “que se siga escuchando la voz de la Iglesia” porque “el amor definitivo y para siempre es posible”. En este sentido “ahí está la Iglesia con la mediación familiar en la resolución de conflictos”, porque “tenemos que ayudar a que el conflicto se pueda superar”.
“Tenemos que defender el matrimonio para siempre y acompañar en las dificultades y rupturas”, aseveró, pues “tendemos a juzgar a las personas que se han separado sin conocer su sufrimiento”. Del mismo modo, añadió que “cuando hay sufrimiento hay amor, y se puede recuperar, pues hay esperanza, pero cuando surge el “me da igual” es todavía más difícil”.