El obispo castrense argentino, Santiago Olivera, se reunió con el Papa, durante el fin de semana. Consultado por algunos medios, expresó que Francisco lo “animó a seguir trabajando para que se viva en la justicia, a trabajar por el encuentro por la paz, por la concordia, por encuentro entre todos”.
En diálogo con Vida Nueva, el titular de la diócesis castrense dio a conocer la tarea pastoral que se viene desarrollando, acompañando y brindando atención a los miembros de las fuerzas armadas y federales de seguridad.
PREGUNTA.- ¿Cuál es la realidad actual del ámbito castrense, después de tres años de intensa labor pastoral?
RESPUESTA.- Después de tres años, voy comprendiendo más la realidad castrense. Hay necesidad de presencia de la Iglesia en este ámbito: acompañar a los fieles, con este particular modo de vida, supone una adecuación de los sacerdotes y su disponibilidad, a lo largo y ancho de todo el país. Uno descubre todo el bien que la Iglesia puede hacer en la presencia y la asistencia de soldados que necesitan, quieren, piden atención espiritual, la catequesis, la confirmación. Tenemos la oportunidad de transmitirles el Evangelio, y supone de nuestra parte una artesanía espiritual, para atender a cada persona en particular.
Situación de los militares detenidos
Por otra parte, acompañamos a las familias en situaciones de dolor, problemas familiares, divisiones por las situaciones de traslado, etc. Y estamos muy cerca de los hermanos que están detenidos, que están sufriendo. En nuestro país, tendremos que abordar este tema, con serenidad, para construir un futuro más fraterno. Cuando decimos verdad, memoria, justicia, no decimos impunidad u olvido de todo lo pasado. Decimos que el recuerdo del pasado nos ayude a no cometer los mismos hechos, de los que muchos de nuestros militares no estaban ni están de acuerdo.
P.- ¿Cuáles son los reclamos que recibe de los militares detenidos?
R.- Los militares detenidos reclaman, por lo pronto, atención, escucha. En las visitas que hice, tanto a las casas o lugares de detención, he podido experimentar la falta de posibilidad de un diálogo, la falta de respeto; se los trata de genocidas o represores a todos. Después de tantos años de prisiones preventivas, algunos miembros de la familia militar han sido absueltos, sin culpa ni cargo, ¡gracias a Dios! Pero esto significó mucho dolor para las familias, sobre todo por la ausencia en situaciones claves de la vida familiar.
Piden juicios justos, con posibilidad de defensa, de escucha, de que se vivan estas instancias, con mayor equidad. Hay una gran asimetría en el trato. Esto no significa que no se hayan cometido hechos aberrantes que nunca más pueden volver a repetirse. Nunca más la violencia en nuestra patria por pensar distinto, nunca más la violencia por si misma; toda violencia es repudiable.
El gesto de Francisco
P.- El Papa envía rosarios para milItares en prisión y está dispuesto a recibir a los familiares de las víctimas de la subversión o de presos… ¿Cómo evalúa este gesto de cercanía de Francisco hacia ellos en un país tan dividido como el nuestro?
R.- Dios ama a todos, ama siempre, y ama primero. Y el Santo Padre con sus gestos nos invita a amar, así, al modo de Jesús. El Papa, con mucha alegría, me bendijo y me entregó los rosarios cuando yo se los pedí para mi pueblo, el pueblo que él mismo me confió y que no dudó en dar. Así es como debe ser un pastor, como Jesús, que no excluyó a nadie. Tenemos que transitar por caminos de una auténtica inclusión. Vuelvo a insistir, sin quitar gravedades y responsabilidades. No hay que etiquetar para siempre a las personas y considerarlas perdidas. Jesús siempre nos invita a otra posibilidad. Este gesto del querido Papa Francisco nos renueva a todos en la esperanza, en la certeza de sabernos acompañados. Es la actitud de un pastor que llega por medio de este sencillo gesto, un rosario bendecido, para seguir rezando -como el siempre pide- por estos caminos que tenemos que seguir transitando en la Argentina.
P.- ¿Cree que el camino sinodal propuesto para la diócesis puede contribuir a lograr una mayor integración de los militares a la sociedad?
R.- El camino sinodal nosotros lo venimos haciendo hace un tiempo, lo venimos conversando con los capellanes castrenses. Nosotros estamos integrados a la sociedad; depende mucho de los lugares y de las fuerzas, pero hay presencia en catástrofes, donde hay necesidad estamos. De todos modos, podemos ir dando pasos que ayuden a mirarnos como hermanos, y a descubrir en los militares y miembros de las fuerzas de seguridad, hombres y mujeres con vocación de entrega a la patria y a su pueblo. Ellos son capaces de entregar su propia vida para custodiarnos y defendernos. Esto debemos valorar: ser agradecidos a quienes dedican su vida, haciendo grandes esfuerzos por custodiar nuestras fronteras, nuestro mar, nuestro suelo, nuestra gente.