“Estoy convencido de que la paz siempre es posible, incluso en las circunstancias más difíciles”. Con estas palabras, Juan Pablo II intentó presionar personalmente al presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, para evitar la guerra de Irak. Es el texto hasta ahora inédito de una carta fechada el 3 de marzo de 2003 que Wojtyla envió al líder norteamericano.
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El contenido de esta carta la ha hecho pública la revista Commonweal. Entre el contenido más revelador de la carta, se encuentra el rezo final de Juan Pablo II. “Le pido sinceramente a Dios que lo aliente a usted ya todos aquellos que ejercen la autoridad suprema para encontrar un camino hacia la paz duradera, el más noble de todos los esfuerzos humanos”.
Encuentro diplomático
En esta misiva, el Papa polaco solicitaba al presidente estadounidense que recibiera al ex nuncio Pio Laghi: “Lo que tiene que decir representa lo que llevo en mi corazón por el bien de todas las personas”.
Bush accedió al encuentro con el diplomático vaticano tan solo dos días después, pero su intervención no pudo impedir que el presidente diera luz verde a un conflicto armado que se cobró más de un millón de vidas humanas. De hecho, fue un encuentro que se podría calificar como tenso.
Escuchar y ser escuchado
Durante la conversación, Laghi le dijo al presidente: “No vine aquí solo para escuchar, sino también para pedirte que escuches”. De hecho, Bush llegó a defender que Al Qaeda estaba entrenando soldados en Irak, Laghi respondió: “¿Estás seguro? ¿Dónde está la evidencia?”. El líder republicano se enrocó entonces defendió que solo una intervención militar podría llevar la democracia al país asiático.
Tampoco conmovió al presidente la petición lanzada por el Papa a la comunidad internacional durante el ángelus del 16 de marzo: “Todavía hay tiempo para negociar; todavía hay espacio para la paz; nunca es demasiado tarde para entenderse y continuar las negociaciones”. El 20 de marzo las tropas norteamericanas iniciaron los bombardeos en Bagdad.