Bernardito Auza, ataviado con birrete y capa, ha participado junto a Felipe VI de la ceremonia que se remonta al siglo XVIII y, como es habitual, han estado unos minutos reunidos en privado
El nuevo nuncio apostólico del Vaticano en España, Bernardito Auza, ha presentado esta mañana sus cartas credenciales al rey Felipe VI. Con esta ceremonia protocolaria en el Palacio Real, queda definitivamente acreditado como embajador de la Santa Sede en nuestro país, en sustitución de Renzo Fratini, que abandonó su misión en España en julio tras una década de servicio.
La ceremonia se remonta al siglo XVIII, de ahí la estética del momento, pues el arzobispo ha aparecido ataviado con birrete y capa. Auza ha llegado desde el Palacio de Santa Cruz, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, en una carroza de época propiedad de Patrimonio Nacional. En la Plaza de la Armería, ha sido recibido con los acordes del himno del Vaticano a cargo de músicos de un destacamento de 200 soldados de la Guardia Real. Al acto ha asistido también la nueva ministra de Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Arancha González Laya, siendo este su primer acto diplomático desde que tomara posesión el pasado lunes, además de algunos otros oficiales de la Nunciatura.
Tras la recepción en la Cámara Oficial del Palacio Real, el monarca ha estado unos minutos reunido, como es habitual en estos casos, con Auza y González. También esta mañana, Felipe VI ha recibido las cartas credenciales de otros nuevos embajadores: la embajadora de Bosnia y Herzegovina, Danka Savic; el de Andorra, Vincenç Mateu Zamora; el de Grecia, Ioannis Tzovas Mourouzis; el de Malasia, Akmal Bin Che Mustafa; el de Japón, Kenji Hiramatsu, y el de Mauritania, Kane Boubakar.
La puesta de largo del nuncio coincide con el estreno del nuevo Gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos. Sobre la mesa, la denuncia de los bienes inmatriculados por la Iglesia, que el acuerdo de gobierno firmado por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias recogía, amén del estatus de la asignatura de Religión. Más allá, habrá que esperar para saber si las relaciones del Ejecutivo con la Iglesia serán de entendimiento o confrontación.
En el marco de la fiesta de la Constitución, el diplomático vaticano entregó sus cartas comendaticias al presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el cardenal Ricardo Blázquez. “Espero trabajar siempre bien con la Iglesia en España, con los obispos y los pastores”, dijo entonces. Antes, el pasado 4 de diciembre se incorporó a la Nunciatura a través de un sencillo acto en el que participó Sara E. Ciriza, representante de Protocolo del Ministerio de Asuntos Exteriores. Auza estuvo arropado además por el vicepresidente de la Conferencia Episcopal, Antonio Cañizares; el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro; el arzobispo castrense, Juan del Río; y Luis Argüello, secretario general de la CEE.
De origen filipino, tiene 60 años y hasta ahora ejercía como observador permanente en la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York. Allí no solo coordinó y supervisó la participación de Francisco en la Asamblea General en septiembre de 2015. Además, jugó un papel fundamental a la hora de aterrizar la nueva geopolítica promovida por el Papa argentino que ha vuelto a situar a la Iglesia católica como agente clave en procesos de gestión de conflictos, pacificación y reconciliación del planeta, así como incrementar su influencia en materias como el Pacto Mundial por las Migraciones y el Acuerdo de París sobre el Clima.
Auza también fue observador permanente ante la Organización de los Estados Americanos y realizó una infatigable labor para coordinar la ayuda de toda la Iglesia tras el terremoto de Haití en 2010, donde se encontraba como nuncio.
Fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1985 e incardinado en la diócesis de Talibon. Ingresó en el servicio diplomático de la Santa Sede el 1 de junio de 1990. Ha prestado sus servicios en las nunciaturas de Madagascar, Bulgaria, Albania y en la sección para las Relaciones con los Estados de la secretaría de Estado.
El nuevo nuncio estudió Filosofía y teología en la Pontificia y Real Universidad Católica de Santo Tomás de Manila. Después llegaría la licenciatura en Derecho Canónico y el doctorado en Teología en la misma sede.