“Como defensor de la cristiana Asia Bibi, a la que se le imputa falsamente un delito de blasfemia, me han acusado de defender a los infieles y me he visto completamente abandonado y aislado. Hoy necesito guardaespaldas para moverme y podría estar en la mira de los extremistas”. Así lo ha explicado el abogado Saiful Malook, en un testimonio publicado por la Agencia Fides. Pero el letrado, musulmán, asegura que no se arrepiente de haberse “comprometido con la justicia y por el bien de Pakistán”.
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“En Pakistán, los abogados que defienden los casos de blasfemia se ven sometidos a ataques, al abandono y al aislamiento”, dice. “Aunque el Corán defiende a quienes son injustamente condenados por falsas acusaciones, la mentalidad en Pakistán está fuertemente condicionada por prejuicios religiosos”, recalca.
Las declaraciones de Malook han sido con motivo del ‘Día Internacional del Abogado Amenazado’, que se celebra el 24 de enero, por iniciativa de la ‘Day of the Endangered Lawyer Foundation’. La jornada de este año ha estado dedicada a Pakistán, un país en el que, sobre todo en los últimos años, la organización ha subrayado que “algunos abogados han sido objeto de actos de terrorismo masivo, asesinato, intento de asesinato, asaltos, amenazas de muerte, procesos de desacato, intimidación en el ejercicio de sus funciones profesionales”.
“En la mira de los extremistas”
Entre ellos está Saiful Malook, el cual, desde su trabajo en defensa de Asia Bibi, ha sufrido amenazas de muerte que han requerido la protección de los Estados de la Unión Europea. En una conferencia organizada en Roma por la Unión de Cámaras Penales italianas el 20 de enero, Malook ha dijo que “en los juicios relacionados con los casos de blasfemia, los abogados defensores de los acusados encuentran problemas y obstáculos graves: existe una gran presión religiosa, los jueces tiene miedo y, en la gran mayoría de los casos, aceptan las pruebas condenando a la persona acusada de blasfemia”.
Tal como afirmaba Malook, o es hasta los juicio posteriores, ante el Tribunal de Apelación y el Tribunal Supremo, cuando se puede tratar, con mucho trabajo, de revertir la sentencia. “Lo hacemos bajo nuestra responsabilidad, teniendo en cuenta que podemos terminar en la mira de los extremistas”, apunta.
