Aglutinar el ser y hacer de la Compañía de Jesús tras el Concilio Vaticano II en un único volumen. Es la encomienda que se impuso el historiador Gianni La Bella. Así nace ‘Los jesuitas’ (Mensajero) que, tras su edición italiana, desembarca en español y ya prepara versión en francés, polaco e inglés.
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“Es un libro de historia, no es de ideología ni de apologética”, aclara el profesor italiano vinculado a la Comunidad de Sant’Egidio, que contempla la trayectoria de los discípulos de Ignacio de Loyola como “un caleidoscopio en el que se pueden mirar los grandes temas de la vida de la Iglesia”. Para La Bella, “ninguna orden ha vivido una metamorfosis tal. Se convierte en un laboratorio cultural para toda la Iglesia sobre cómo dialogar con el mundo moderno sin miedo”.
Así lo atestiguan los tres generales que llevan el timón en este período: Arrupe, Kolvenbach y Nicolás. Elías Royón, consejero general y asistente para Europa Meridional con el prepósito holandés, lo ha vivido en primera persona: “Los tres generales son misioneros en el sentido estricto de la palabra –dos en Japón y uno en Líbano–, que han estado metidos en la cultura de estos pueblos. Nacimos para la misión, siempre adaptada a las condiciones geográficas, culturales y sociales”.
Al echar la vista atrás, el que fuera presidente de CONFER y actualmente vicario madrileño para la Vida Consagrada está convencido de que “ha sido un tiempo fructífero desde la eficacia evangélica de hacer realidad la Iglesia del Concilio, armonizando e integrando la fidelidad al carisma fundacional y la renovación eclesial acorde con la actualidad, lago que difícilmente se consigue sin desgarrones internos y externos”.
Distancias con el Vaticano
Este arrojo hizo que los pocos metros que separan la Curia de la Compañía de la Plaza de San Pedro tornara en distancia kilométrica del Vaticano. Ahí está el comisariamiento ejecutado por Juan Pablo II. “No fue solo un conflicto entre la Santa Sede y los jesuitas, sino hacia toda la Vida Religiosa, porque no se entendió su efervescencia. Se crea un cortocircuito que los jesuitas pagan por ser el faro al que todos los religiosos miran”, relata La Bella.
En el pontificado de Benedicto XVI, hubo un segundo intento de intervención en 2007 promovido por el secretario de Estado, Tarcisio Bertone. Así lo desvela el libro, tomando como fuente al padre Urbano Valero, jesuita fallecido y artífice de la edición española. Durante la presentación de la obra en Madrid, el director editorial del Grupo de Comunicación Loyola, Ramón Alfonso, le rindió homenaje, entonando este episodio en el que se relata cómo se pensó en el cardenal arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, para tutelar este proceso. “Bergoglio es decididamente contrario a la idea de una intervención papal”, recoge el texto, que expone cómo “se había opuesto tenazmente ante el Papa Benedicto” en relación a esta decisión.
Con esta mirada al pasado, La Bella cree que “el rostro de los jesuitas hoy y mañana será el de los mártires de la fe, la justicia, la evangelización, el medio ambiente… Hoy la Compañía no busca ser todopoderosa, sino esa mínima Compañía que anhelaba Kolvenbach”. En esta línea, Royón deja caer que vivimos “una tercera recepción del Concilio”, después del empuje de Pablo VI y del freno posterior. “No sé si la compañía va por delante, pero no va renqueando sino que trata de mirar, escuchar y discernir”, apostilla.