Presentación oficial del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia, sección de Madrid (PITJPII). El arzobispo de Madrid Carlos Osoro –que acogió la petición expresa que le hizo Francisco para abrir esta nueva realidad académica–, presidió el acto en la tarde noche del 22 de enero, en el salón de actos del Seminario de Madrid, y para el que el Papa le envió a las máximas autoridades en la materia del Vaticano: el cardenal Giuseppe Versaldi, prefecto de la Congregación para la Educación Católica, y el arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida y gran canciller de esta institución nacida para poner en marcha las intuiciones que recoge la encíclica Amoris laetitia, la hoja de ruta de Bergoglio para las familias.
Le acompañan también el nuevo nuncio, Bernardito Auza, que concluye la intensa jornada tras un encuentro con la vicepresidenta Carmen Calvo en un clima de cordialidad y colaboración mutua, el decano del centro académico, Manuel Arroba, y el hombre que ha concitado el mayor número de agradecimientos, José Luis Mendoza, presidente de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM), la institución de la que dependerá administrativamente y que también aporta profesores y explorará la implantación internacional.
“Te agradezco mucho lo que has dicho y hecho para hacer posible esta realidad”, le dijo el anfitrión, el cardenal Osoro, quien recordó ante una auditorio prácticamente repleto que el PITJPII “es un ejercicio de profunda y efectiva comunión de este arzobispado y en él tiene un papel fundamental la UCAM, que de la manera más desinteresada ha puesto lo que posee al servicio de la Iglesia, en este caso, de la familia, con una total fidelidad al papa Francisco, como antes hizo con Juan Pablo II y Benedicto XVI, y asumiendo la administración y dirección académica”.
El propio Mendoza fue el encargado de ir presentando, salpicando de comentarios y dando la palabra a los intervinientes, empezando por Arroba, quien, tras el capítulo de agradecimientos, muy sentido en el caso del alumnado, el nuevo y el que se mantiene, subrayó las “tres interpelaciones” que siente desde su nueva responsabilidad.
“La primera, la pluralidad, por la procedencia geográfica, eclesial y universitaria de los presentes, llamada clara a que las claves del centro sean inclusivas para superar cualquier factor de fragmentación, como cuando se quieren imponer esquemas dominantes”.
La segunda la fijó el religioso claretiano en “asegurar una actividad académica incisiva, que tenga presente la vida real de las familias, en un momento en que la Iglesia quiere llevar a cabo una educación en salida, reflejo de esa llamada a ser una iglesia en salida del Papa”. Y la de “la renovación” fue la tercera interpelación que confesó el decano, “con una clave profética en nuestro trabajo, para lo que utilizaremos lenguajes y estrategias que ayuden a suscitar el deseo de familia que está en el corazón de toda persona”.
También el nuncio quiso fundamentar en principios concretos sus mejores augurios para el Pontificio Instituto. Y señaló, en concreto dos: “El principio de que la familia es el fundamento de la sociedad y de la Iglesia, y la salud y bienestar de la sociedad y de la Iglesia se basan en la salud y bienestar de la familia, por lo que es fundamental que la Iglesia cuide el bienestar de la familia y el matrimonio”.
“Y el principio de la realidad, porque, como dice Amoris laetitia, la familia no desciende del cielo perfecta, sino que hay que ayudarla y cuidarla como institución fundamental, por eso agradezco esta gran iniciativa en Madrid y en Murcia para toda España”, concluyó el diplomático filipino.
El turno de Mendoza lo aprovechó desde el primer instante para subrayar que el que se estaba presentando oficialmente es “un instituto totalmente nuevo según las directrices que nos marca el papa Francisco”. “En 2017 acudimos a ponernos al servicio de Pedro para la erección de esta sección de Madrid, el más reciente fruto de esta universidad en salida, como nos exhorta Francisco, porque hace falta algo más que una educación en calidad: hay que dar una educación integral a la luz del humanismo cristiano”, añadió este laico y padre de 14 hijos, “que hemos tenido mi mujer y yo, no el Estado”, como dejó caer entre risas en otro momento.
“Somos una universidad profundamente asistencial, y evangelizadora, y de espiritualidad franciscana que se destaca por la entrega desinteresada a los demás, y siempre solidaria con los más necesitados, como nos pide el Papa”, continuó este emprendedor nato, que hizo alusión también a la creación por parte de la UCAM del Observatorio de la familia, la apuesta por la enseñanza online, la Biblioteca Amoris laetitia o la creación del Foro español de política familiar y social, “para el debate desde la diversidad y en comunión”, enumeró.
Asimismo, aludió a “la apertura de la UCAM a la internacionalización, que ve como cada año su nombre se expande más por el mundo, y con un apoyo a este instituto, que queremos que se convierta en punto de referencia y que también persigue una mayor internacionalización, porque el camino que seguimos es el correcto, servir a la Iglesia y en comunión con el papa Francisco como su cabeza”.
Osoro, por su parte, quiso fundamentar las razones del porqué del nuevo instituto, consciente de que levantó suspicacias en algunos sectores, también episcopales, entre ellos, en la vecina diócesis de Alcalá de Henares, que se opuso tenazmente. “Este Pontificio Instituto Teológico –afirmó- quiere participar como institución eclesial de la preocupación por la familia, y en la sociedad española también hay transformaciones vertiginosas inherentes a la situación familiar. Por eso queremos promover una reflexión que redunde en el bienestar de la familia con las armas del estudio y la investigación”.
Destacó también su vice gran canciller “la orientación interdisciplinaria del nuevo instituto, como pidió el papa Francisco” y que en él se haya involucrado una parte significativa de la realidad académica que hay en Madrid, a través de San Dámaso, Comillas, la Pontificia de Salamanca con el Instituto de Pastoral, el Instituto de Vida Religiosa y la UCAM, para enseñar lo que es la Iglesia, una familia, y queremos vivirlo con profunda eclesialidad”.
Vincenzo Paglia, gran canciller, pronunció la lección inaugural afirmando que esta nueva sede “es el primer fruto de la reforma querida por el papa Francisco” y agradeció la acogida positiva que brindó la Conferencia Episcopal Española a esta nueva realidad académica, “cuya aprobación era necesaria para su erección”, aclaró.
El también presidente de la Pontificia Academia para la Vida aseguró que en la génesis de esta realidad académica no estaba “suprimir el anterior instituto creado por Juan Pablo II, sino que Francisco pensó en acoger plenamente la intuición del papa Wojtyla para ampliarla y relanzarla, por lo que se trata de un crecimiento en continuidad, como ha dicho el Papa, por tanto su inspiración es indiscutible”.
“La crisis de la familia puede ser para nosotros, si somos audaces y creativos, una crisis de crecimiento”, señaló el arzobispo italiano, pero pidió que “la teología no debe separarse de la pastoral o, peor aún, oponerse a ella, por lo que es necesario estar en contacto con la experiencia de los fieles y saber comunicarse de manera comprensible con los hombres y mujeres de otras culturas, es necesario ir más allá del perímetro del escritorio, tenemos que interactuar con otras culturas, y hacer teología, porque es también un acto de misericordia”.
En este sentido, lamentó que “aún no tenemos una teología de la familia, en el Código de Derecho Canónico falta una reflexión sobre el derecho de la familia y tenemos que impulsar también esta reflexión, porque no podemos repetir, estamos obligados a crear una reflexión teológica nueva sobre este ámbito”, haciendo hincapié en que “existen territorios llamados a ser explorados, por lo que necesitamos una teología lo suficientemente fiel y culta para llevar a campo esa tarea, porque si la enseñanza es autorreferencial, dejará de ser atractiva y nutritiva”.
El capítulo de intervenciones concluyó la del cardenal Versaldi, quien recordó que “el camino sinodal sobre la familia y la exhortación Amoris laetitia están detrás de esta nueva sede”, y pidió que en ella se reserve un lugar destacado “a un enfoque analítico que no se conforme con repetir modelos del pasado”. “Estamos llamados a responder a estos desafíos y mirar la realidad de la familia en toda su complejidad, con sus luces y sombras, y la Archidiócesis de Madrid podrá contribuir a una renovada conciencia del evangelio de la familia y a los desafíos pastorales a que esta se enfrenta”, concluyó.
Con la puesta en escena en el salón de actos del Seminario Conciliar, con la presencia del cardenal Aquilino Bocos, el arzobispo castrense Juan del Río, el obispo de Ávila, José María Gil Tamayo, el de Murcia, José Manuel Lorca, los eméritos de Ciudad Real, Antonio Algora, y Zaragoza, o los auxiliares de Madrid, se cierra una etapa no exenta de tensiones con quien hasta hace poco manejaba completamente los hilos y destinos del ya extinto instituto, el obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Plá, quien no acudió al acto.