Entrevistas

Jolanta Kafka: “No hay nada peor que sentirse víctima y no encontrar un lugar de escucha”





Francisco es un Papa apreciado y amado también por una gran parte del mundo laico por su apertura, su capacidad de mirar con radicalidad los problemas de la sociedad y el planeta, por su valentía y la capacidad de ir más allá del pensamiento común y dominante. ¿Podemos decir que existe la misma apertura, la misma intención de cambiar las cosas con respecto al mundo para las mujeres? Siete años de pontificado son suficientes para emitir un juicio, para comprender si el Papa “que viene del final del mundo” ha hecho algo por las mujeres de la Iglesia y qué.



La hermana Jolanta Kafka es la nueva presidenta de la UISG, la Unión Internacional de Superioras Generales, que reúne a 1.900 congregaciones con más de 450.000 mujeres consagradas.

PREGUNTA.- ¿El Pontífice ha hecho algo más por las mujeres de la Iglesia?

RESPUESTA.- Recibimos mensajes alentadores todos los días, signos de valorizar a las mujeres. Estos son mensajes importantes y generales. Para Francisco, la Iglesia es siempre femenina, es mujer, es la madre que se preocupa, que da vida, es la protagonista de la historia, es la que crea el cambio. El pontífice siempre usa, en cada ocasión, expresiones y símbolos que afirman la presencia y el valor de las mujeres.

P.- La impresión es que sea difícil, que también sea difícil para el Papa, dar a las mujeres más espacio en la Iglesia.

R.- Es verdad. El Pontífice se enfrenta a un desafío. Dar a las mujeres espacio, pero verdadero, real, para señalar su presencia estructural en la Iglesia y al mismo tiempo evitar incorporarlas al sistema “clerical”. En la Iglesia, si la jerarquía y el poder (no autoridad, que es diferente) se unen, se convierte en un único poder. Pero si hablamos de la Iglesia como una comunión de los diversos ministerios, hay algunos que podrían ser ejercidos inmediatamente por hombres y mujeres. En la profundización de la sinodalidad hay una gran oportunidad.

P.- Estamos llegando al objeto de la discusión en el último Sínodo: el diaconado femenino, los nuevos ministerios para las mujeres… Para algunos la conclusión ha sido una desilusión.

R.- En el Sínodo tuvo lugar un debate importante. Se habló abiertamente de los diferentes roles y servicios que deben estar presentes en la Iglesia para que la Iglesia pueda crecer en la comunión y continuar su misión de evangelización. No es solo de los ordenados, no se puede ser ministerio sin el pueblo de Dios. Si esto no sucede, no es solo un problema para las mujeres sino para toda la Iglesia.

Juntos alrededor del mismo centro

P.- Entiendo que el problema no es el del diaconado, es decir, la igualdad con los hombres en la jerarquía, sino el de construir una Iglesia entera que dé espacio a las mujeres.

R.- A las mujeres y a los hombres sentados juntos, entorno al mismo centro.

P.- Hace tiempo, se planteó el problema de la violencia contra las mujeres, en la Iglesia contra las mujeres. Problema importante y grave denunciado por el propio Papa. ¿Qué percepción, qué conciencia hay del fenómeno? ¿Se ha hecho algo?

R.- El Pontífice rompió el silencio sobre la violencia y esto nos da la oportunidad de hablar, de ser, también como UISG, un lugar de escucha y ayuda no solo en relación con la violencia sexual, sino también de cualquier abuso de poder. Desde hace algún tiempo, decidimos enfrentar el problema siguiendo tres direcciones: crear espacios donde las hermanas puedan hablar.

No hay nada peor que sentirse víctima y no encontrar un lugar de escucha. Ofrecerles apoyo terapéutico y legal, llevar a cabo un trabajo de capacitación integral para que las mujeres sean más conscientes de su dignidad y sus derechos.

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