Juan de Isasa. Su pasión por la educación. Su vocación marianista. Su sentido de la amistad. Todas estas facetas se hicieron presentes ayer en el homenaje con motivo de la presentación de su libro póstumo, ‘Los más bellos textos de la Biblia’ (PPC), cuando se cumple un año de su fallecimiento.
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Luis Fernando Crespo, presidente de SM-PPC, ejerció de maestro de ceremonias en un acto celebrado en el colegio madrileño de Nuestra Señora del Pilar y en el que tomaron la palabra algunos de sus amigos y más estrechos colaboradores. “En esta tarde estamos llamados a recordarle con inmenso cariño”, apreció Crespo.
Un gran tipo
El poeta y escritor Luis Alberto de Cuenca comentó cómo “Isasa forma parte del paisaje de mi vida, los recuerdos se agolpan y apelotonan”. “Fue un gran tipo del que no se puede hablar sin emocionarse, sobre todo, porque a los que tuvo a su lado nos hizo mejores”, añadió.
Por su parte, la editora Rocío de Isasa -sobrina del que fuera presidente de SM- desveló que “dedicó todas sus fuerzas en los últimos meses a este libro y le tranquilizó saber que saldría adelante. Para él la Biblia no era un libro del pasado sino del presente”. “Mi tío no era de los que se dejaba superar por los obstáculos sino que siempre te llevaba al límite”, valoró sobre su capacidad de liderazgo.
Memoria histórica
A Antonio Ávila, secretario de la Federación de Gremios de Editores de España, siempre le sorprendió su “magnífica memoria histórica en el sentido más sano de la palabra”. “En nuestras comidas, siempre aportaba algo de sus lecturas, fuera del ámbito teológico o de la física”, ensalzó. Sobre su capacidad como gestor, remarcó que “era un hombre de paz y no de guerra. Nunca perdió la sonrisa ni ante los políticos ni ante los compañeros del gremio a pesar de los momentos delicados que vivió”.
María Jesús Gil, experta en literatura infantil y juvenil, expresó que “a Juan le interesaba todo, desde las cuestiones más cotidianas a las más relevantes descubrimientos de la ciencia”. Además, apreció cómo precisamente Isasa valoraba la literatura infantil como medio para generar el interés “por aprender y por comprender, promover pequeños investigadores y alimentar su espíritu científico”. Gil se deshizo en elogios hacia el religioso madrileño al que definió como “agudo, comprometido, ingenioso y bondadoso”.