En el marco de la 59ª Asamblea General Ordinaria de Superiores Mayores, la Junta Directiva de la Conferencia de Religiosos de Colombia (CRC) –que preside el hermano marista César Rojas Carvajal– presentó el Plan Global 2019-2022.
“Acompañar a la vida religiosa de Colombia en la perspectiva del horizonte inspirador de la Confederación Caribeña y Latinoamericana de Religiosas y Religiosos (CLAR)”, será la gran apuesta de este trienio, con las implicaciones que ello conlleva de cara a la realidad nacional.
“No podemos ser ajenos a las situaciones que enfrentamos“, ha subrayado el presidente de la CRC en sus palabras de apertura, al recordar las “expresiones de protesta frente a diversas situaciones que vive el país”, y la dolorosa tragedia de los líderes sociales, defensores de los derechos fundamentales, que “siguen afrontando amenazas y muerte”.
La migración venezolana, el enfrentamiento entre grupos armados en diversas regiones, y otras tensiones que superan las fronteras territoriales “también reclaman nuestra atención y solidaridad”, agregó el religioso marista.
Con todo, se hace necesario “abrazar el futuro con esperanza y conociendo las dificultades que afronta la vida consagrada en las diversas formas, tener la osadía de proclamar: Dios es nuestro refugio y fortaleza”, como ha sugerido el obispo de Cartago, José Alejandro Castaño, en su saludo durante la apertura de la Asamblea.
Las líneas inspiradoras propuestas por la CRC en su Plan Global 2019-2022, apuntan en esta dirección:
Es preciso “renovar la consagración asumiendo el Evangelio como fuente primera de inspiración desde una experiencia de fe y vida”. De igual forma, la vida religiosa colombiana se propone “animar y promover la cultura vocacional puesta al servicio de la vida”.
Para ello, será necesario fortalecer la formación inicial y permanente, considerando el componente académico y el contacto con la realidad, y “revisar los procesos de formación para que propicien estilos de vida coherentes con la vocación y sus exigencias”.
Propiciar espacios de comunión que fortalezcan la vida comunitaria “como lugar de encuentro celebrativo, discernimiento, perdón y misericordia”, será una prioridad para los religiosos de Colombia, a fin de “promover la espiritualidad y la cultura de la intercongregacionalidad, interculturalidad e intergeneracionalidad”.
Una vida religiosa que asuma un “modo de proceder sinodal”, a través del discernimiento en común, será la clave para “motivar dinámicas de colaboración y trabajo en redes, caminando en eclesialidad con la inclusión efectiva y el empoderamiento de los laicos”.
Con una mirada contemplativa de la realidad, la CRC se propone “acompañar a las personas vulneradas en su dignidad, trabajando por la restitución de sus derechos fundamentales”, como lo viene haciendo desde hace muchos años.
En el contexto actual de un país en búsqueda de una paz duradera, esto conlleva “trabajar por el esclarecimiento de la verdad“, “fomentar la cultura de la inclusión y el respeto hacia lo diferente y lo diverso”, y “articular estructuras, fuerzas y recursos para el servicio evangelizador comprometido con la construcción de equidad, justicia y paz”.
Para la vida consagrada, es prioritario encaminar esfuerzos para “promover una cultura del cuidado y del buen trato”, que conlleve a “consolidar la cultura de la protección, defensa y garantía de los derechos de los niños, niñas y adolescentes“.
De igual forma, la CRC continuará favoreciendo “prácticas de resolución de conflictos para apoyar procesos de reconciliación, perdón y reconstrucción del tejido social” en el país.
Sensible a la propuesta del desarrollo integral y sostenible, la vida religiosa colombiana se propone fortalecer su presencia en la Amazonía y su “compromiso con los procesos de protección de las culturas originarias y la biodiversidad”.
Particularmente, la CRC afirma el imperativo de “la conversión ecológica para garantizar que los estilos de vida sean más acordes con el Evangelio“.
La Junta Directiva propone fortalecer procesos de acompañamiento en diversos niveles: en la creación de seccionales y comisiones, frente a los institutos colombianos nacientes, y en los procesos administrativos de la CRC.
La comunicación también hace parte de las líneas inspiradoras para los próximos años, a fin de “mantener una comunicación fluida al servicio de la vida religiosa colombiana”. La CRC también buscará posicionarse “en asuntos en los que la palabra de la vida religiosa sea pertinente“.