La Pastoral de la Tierra y la Pastoral Especial para enfrentar el Tráfico Humano manifiestan su preocupación ante “la impunidad y el desmonte de políticas que garantizan los derechos de los trabajadores” en el país
Con motivo del Día Nacional de Combate al Trabajo Esclavo, que se celebra este 28 de enero, la Iglesia brasileña se ha pronunciado frente a los “ataques y reducciones de derechos asociados con el desmonte de la fiscalización” de este crimen, considerado una de las “manifestaciones más conocidas del tráfico humano”.
Expresamente, la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), a través de las comisiones de Pastoral de la Tierra y Pastoral Especial para Enfrentar el Tráfico Humano, alerta sobre la trágica realidad de personas en situación de trabajo esclavo en el país, que en 2019 llegó a 1.054, “un número que se mantiene en el promedio de los últimos cinco años, pero por debajo de la mitad de los casos registrados entre 2010 y 2014”.
Aunque se trata de “un denunciado desde los inicios de la colonización en América, amenaza en fortalecerse en pleno siglo XXI en Brasil y en el mundo”, manifiesta la Iglesia brasileña a través de una nota.
En efecto, entre 1995 y 2019, se han encontrado “54.491 personas en situación de trabajo esclavo en Brasil, según datos de la Secretaría de Inspección del Trabajo del Gobierno Federal”, la mayoría afrodescendientes.
“El trabajo esclavo niega la dignidad de aquellos que han sido abandonados, en situación de pobreza, por un sistema económico movido al lucro implacable e injusto”, subrayan los organismos eclesiales, preocupados ante la aprobación de políticas públicas que “exacerban el liberalismo económico y profundizan las desigualdades, al reducir derechos y desmontar los mecanismos de control social y de fiscalización pública”, como, en efecto, ha ocurrido durante el gobierno de Jair Bolsonaro.
La ausencia de auditorías fiscales de trabajo incentiva la explotación y, por tanto, los casos de trabajo esclavo, mediante condiciones degradantes, carente de salubridad, alimentación precaria, negación de alojamiento decente y de equipos de protección, falta de agua potable, entre otros. Incluso, “la violencia y la explotación sexual hacen parte de este trágico escenario”.
Sin embargo, en el día y en la semana nacional del combate del trabajo esclavo, la CNBB resalta el compromiso de “todas las personas que en el servicio público o en la sociedad civil, continúan esmerándose en la prevención del trabajo esclavo, y en la búsqueda de una vida digna para los que sobrevivieron de la explotación”.
“Nos colocamos al lado de aquellos que han sido protagonistas en la lucha contra la esclavitud, en la promoción de transformaciones sociales estructurales, con miras a la construcción de una economía y una sociedad que promuevan la igualdad y la justicia, incluso ambiental”, afirmaron la Comisión Pastoral de la Tierra y la Comisión Pastoral Especial para Enfrentar el Tráfico Humano.