El sacerdote jesuita Gerardo Rosales, rector de la institución San Javier del Valle, un internado que alberga a unos 420 niños y adolescentes, en el estado de Mérida –andes venezolanos– ha alertado sobre las amenazas recibidas durante los últimos días de invadir los terrenos de este centro educativo.
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Precisamente se presume esta escalada de ataques contra la Iglesia como una respuesta sistemática del régimen de Nicolás Maduro hacia la posición asumida por el clero de este país. “Algunos vecinos de la comunidad del sector del Valle se han acercado para advertirnos de unos posibles rumores de invasión en nuestra institución”, ha dicho.
De puertas abiertas
A través de un comunicado el sacerdote ha expresado a los organismos del Estado que “el internado San Javier del Valle es propiedad privada”, además de ser una zona protegida del Valle, con un 70% de tierras vírgenes, lo cual “ha permitido una verdadera protección de los nacientes de agua”.
Aún cuando es una propiedad privada, el internado está de puertas abiertas al público “los sábados y domingos, de forma gratuita para la comunidad del Valle, incluso vienen familias de todo el municipio Libertador a caminar y descansar”, acotó.
Esta amenaza de invasión significaría acabar con la educación de los menores y con el lugar de descanso de fines de semana de cientos de familias merideñas. Ante esto el sacerdote ha llamado a movilizarse desde este 27 hasta el 30 de enero a fin de “denunciar está macabra intencionalidad”.
Es un crimen internacional
Por otra parte, el jesuita ha aclarado que en esta coyuntura como entidad de atención, el internado de San Javier del Valle recibe el apoyo de organizaciones internacionales como el Consejo Noruego, UNICEF y el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS), de tal forma que “cualquier agresión, como es una invasión, es un crimen no sólo nacional, sino que entra en categorías internacionales”, ha advertido.
Son años de trabajo por la comunidad. Así lo ratifican los vecinos –asevera Rosales– quienes “son testigos del esfuerzo que hemos hecho en dos años para levantar la finca. Las vacas, los conejos, la siembra, el cuidado de los bosques de pino, cinaro y fresno, todo ello es casi exclusivo para la alimentación de nuestros niños, niñas y adolescentes y para el mismo sostenimiento de la finca”.
Foto: Fe y Alegría Venezuela