Si los sacerdotes tienen hijos, no siempre deben ser suspendidos automáticamente del cargo, sino que debe tenerse en cuenta la edad de los niños y su situación vital. Así recoge Katolisch las palabras de la Congregación para el Clero del vaticano, que, preguntada por la asociación ‘Coping International’, ha confirmado unas declaraciones de su prefecto, el cardenal Beniamino Stella, en una entrevista con L’Osservatore Romano.
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En teoría, los sacerdotes menores de 40 años deben ser liberados directamente del sacerdocio, es decir, liberados de sus derechos y deberes para poder cuidar a sus hijos. Y es que no se trata únicamente de su bienestar material sino del “ejercicio responsable del cuidado parental”, deberes que, para la Iglesia, son incompatibles con el ministerio sacerdotal.
Sin embargo, en la práctica existen excepciones a esta regla. Así, un sacerdote no siempre tiene que ser suspendido si su hijo entra en una familia estable en la que otra persona asume el papel de padre. Del mismo modo, si los hijos son mayores de edad en el momento que se conoce la paternidad del sacerdote, este no debe ser suspendido de inmediato, sino que le correspondería al obispo tomar la decisión de forma individual. “El dicasterio aconseja distinciones flexibles dentro de las pautas”, señalaba Stella.
“Un niño es siempre un regalo”
El prefecto subrayó, además, que estas directrices aun no se han publicado porque son una “herramienta de trabajo” para evaluar casos individuales dentro del dicasterio. Asimismo, Stella agregó que alrededor del 80 por ciento de las dispensaciones de todos los sacerdotes estaban directamente relacionadas con la paternidad.
“Un niño siempre es un regalo de Dios, no importa cómo fue recibido”, subrayó. Sin embargo, también enfatizó que el tema de tratar con niños hijos de sacerdotes no afecta a la consideración del Vaticano acerca del celibato sacerdotal obligatorio.