Cayetano Martínez de Irujo Fitz-James Stuart, hijo de la añorada Duquesa de Alba y Luis Martínez de Irujo, ha utilizado ‘De Cayetana a Cayetano’ (Esfera de los libros) para sacudir los cimientos de su noble estirpe, exorcizar viejos demonios familiares y reflexionar sobre su vida en palacio, con sus privilegios y sus tristezas. El libro ha sido su mejor terapia.
PREGUNTA.- ¿Por qué ha escrito un libro sobre su vida?
RESPUESTA.- Para mí, principalmente y, para que se me conozca, porque estaba cansado de que un sector de la prensa, cada día más pequeño gracias a Dios, aunque con mucho predicamento mediático, diera de mí una imagen que no se corresponde con la realidad. Después de escribirlo me siento mejor, liberado y reconfortado. Es un libro que aborda la historia de dos familias. La vida de un aristócrata como yo, relatada con una extrema sinceridad y honestidad. Creo que es interesante.
P.- ¡Toda una terapia!
R.- Sin ninguna duda. Freud tenía razón: hablar de las cosas que duelen, funciona. Todas las veces que he hecho terapias en mi vida para mejorar mi mundo interior y mi mundo psicológico, me he dado cuenta de que hablar las cosas es importante, pero escribirlas, lo es mucho más. Porque queda ahí, y las puedes releer y vacías todo lo negativo. Yo necesitaba hacerlo. Ya puedo ser Cayetano al 100%, independientemente de todo lo que me ha tocado en la vida. Y eso no tiene precio, porque tienes que ser tú mismo, amén de las circunstancias que hayas tenido. He necesitado 56 años para ser yo. A partir de ahí viene la felicidad.
P.- ¿Cuántas veces ha deseado ser anónimo?
R.- Muchas, la verdad. Mi madre me dijo “prepárate, que gran parte de lo mío se va a proyectar en ti” y no se equivocó en nada. Aunque algunas cosas no pudo llegar ni a imaginárselas. A partir de su muerte, la gente se me acerca con más afecto. Esa es la parte bonita que ha logrado que, la parte pública, cada día se me haga, al menos, afable. Lo que muchos años fue hostil, ahora es agradable. Hoy estoy alejado de todos los males y me habéis conocido mejor. Y se me quiere algo más, porque en el libro se ha visto mi verdad. (…)
P.- ¿Cómo es posible que pudiera entrar en la cienciología siendo un hombre creyente?
R.- Conocí a un tipo que me los presentó. Cada vez que yo veía que algo podía mejorar mi interior emocional y ayudarme con la confusión que no podía resolver, probaba. Solo fui a la inauguración de Madrid y el resto de las veces venían a casa, pero nunca fui a actos. Estuve dos años con ellos, e invertí dos millones de pesetas, pero me quité de en medio. Es cierto que todo era muy simplón. Una vez más, salí del fango. (…)