Vaticano

Los 5 retos del Documento sobre la Fraternidad Humana en su primer aniversario





Hoy se cumple un año desde la firma del “Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común” en Abu Dabi. Un texto de 1,936 palabras en su versión en árabe –3.057 en español– rubricado por el papa Francisco y el gran imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb, en representación del todo el mundo islámico más moderado. Una declaración, simbólica y real, de que en el nombre de Dios no se puede justificar ningún tipo de violencia o enfrentamiento y con algunas asignaturas pendientes.



1. No es solo un movimiento diplomático

Para el teólogo Piero Coda, tal como ha publicado en L’Osservatore Romano, el documento “no se trata de un acto diplomático coyuntural, sino de una declaración solemne que expresa una nueva toma de conciencia y un compromiso de importancia estratégica y universal por parte de dos instituciones que representan una porción considerable, de hecho la más grande y extendida, de la familia humana”.

Aunque no hay que dejar de lado el compromiso individual de las personas de buena voluntad, es necesaria una apuesta determinantes de las instituciones por la paz y la convivencia, sin distinciones.

2. El encuentro es posible

A la vuelta del viaje, Francisco, en la audiencia de los miércoles, señaló que hay una “una fuerte tentación de ver un choque entre las civilizaciones cristiana e islámica” y “de considerar las religiones como fuentes de conflicto”. Por ello, el documento busca ofrecer “una nueva señal, clara y decisiva, de que es posible el encuentro, el respeto y el diálogo, y de que, a pesar de la diversidad de culturas y tradiciones, el mundo cristiano e islámico aprecia y protege los valores comunes: la vida, la familia, el sentido religioso, el honor de los ancianos, la educación de los jóvenes y otros”. Por ello, se hace necesario un cambio de mentalidad.

3. El diálogo como clave

El documento basa las relaciones entre cristianos y musulmanes en algo que está más allá de la mera tolerancia o el respeto recíproco: el diálogo. Esto implica abrirse a los valores del otro. Por ello, esta apuesta por el diálogo implica una educación para la cultura de encuentro, de fraternidad, de paz. Por ello, el Pacto Mundial de Educación que promoverá Francisco en el mes de mayo se encuentra en sintonía con el valor de descubrir las riquezas del otro.

4. La voz de los últimos

“La protección de los derechos de los ancianos, de los débiles, los discapacitados y los oprimidos es una necesidad religiosa y social que debe garantizarse y protegerse a través de legislaciones rigurosas y la aplicación de las convenciones internacionales al respecto”, se lee en el documento. La fraternidad implica combatir la indiferencia y la resignación de quienes silencian las voces de los últimos. Este es un reto conjunto de todas las religiones.

5. La fuerza de la igualdad

La realidad de la mujer debe potenciarse aún más en los planteamientos clásicos de católicos y musulmanes. “Es una necesidad indispensable reconocer el derecho de las mujeres a la educación, al trabajo y al ejercicio de sus derechos políticos”, dice el documento apelando a “los principios de la propia fe y dignidad”. Por ello, “deben detenerse todas las prácticas inhumanas y las costumbres vulgares que humillan la dignidad de las mujeres y trabajar para cambiar las leyes que impiden a las mujeres disfrutar plenamente de sus derechos”.

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