El pasado 30 de enero, el Tribunal de Apelaciones de Lyon, absolvió al cardenal Philippe Barbarin de toda responsabilidad penal después de que le condenaran a seis meses de prisión el 7 de marzo de 2019 por encubrimiento de los abusos sexuales del antiguo sacerdote Bernard Preyant. Ahora el arzobispo de Lyon ha roto su silencio en una entrevista al semanario francés Le Point tras un proceso judicial que ha durado 4 años.
Ahora, se siente “consolado” por la sentencia, aunque se muestra perplejo por cómo “los mismos textos del Código Penal pueden ser interpretados en sentidos opuestos”. Mostrándose respetuoso con las decisiones judiciales recalca que el “tribunal reconoció que nunca tuve la intención de obstruir la justicia”, desde la primera instancia. Confirma que conoció a la primera de las víctimas de Preynat en 2014 y que trabajó por hacer efectiva una denuncia que según los tribunales franceses estaría prescrito. De hecho, el exsacerdote tuvo un juicio canónico.
Rememorando su actuación entonces señala que puso “palabras y gestos, por desgracia, en lo que para mí era impreciso hasta entonces, y me doy cuenta de que no tomé las medidas adecuadas”, con lo que rechaza todo encubrimiento. Es más, asegura que “nunca disuadí a [la víctima] Alexandre Hezez de presentar una denuncia –incluso lo animé a encontrar otras personas que, sin que hubieran pasado 38 años, pudieran hacerlo–. El tribunal cita este correo electrónico de noviembre de 2015, en el que me agradece que lo haya animado en su acción legal”. Ahora bien, es consciente de que “este caso permanecerá unido a mi nombre y siempre se me pegará en la cara”.
Y es que para el cardenal la acusación de encubrimiento es grave. “Encubrir significa que sabes y que dejas que ocurra, y eso es abominable”, denuncia recordando que ha intervenido inmediatamente en los 2 casos que se han dado durante su pontificado en Lyon. A los tres obispos anteriores les tocó lidiar con el ministerio de Bernard Preyant, que “tomaron sus decisiones concienzudamente; actuaron con la mentalidad de la época, como nosotros estamos reaccionando con la de hoy”. “Estoy siendo arrastrado por el barro”, lamenta,
Aunque sabe que la rehabilitación en la opinión pública no es como la de la Justicia, ya que en la calle le compadecen e insultan a partes iguales: “Este es el efecto del tsunami mediático que me ha golpeado”. Como le golpea una “desafortunada” expresión cuando dijo que “gracia a Dios, los hechos están prescritos”, algo que no parecía mostrar el alivio porque fueran solo cosa del pasado –“ como tuve una expresión muy desafortunada, eso es todo lo que se recuerda de toda la conferencia de prensa”, lamenta–. De hecho incluso se ha hecho un documental llamado precisamente “Grâce à Dieu” por François Ozon.
Lapsus que ha hecho que sea acusado de dar prioridad a la protección de la Iglesia por encima del sufrimiento de las víctimas. Por ello reitera que la Iglesia “no es una institución hecha para sí misma, sino sólo para aquellos que le han sido confiados”. Por ello, por encima de odios personales, lo que le preocupa ahora es sanar la “herida” abierta por los abusos.