El celibato es la “gracia decisiva” de la Iglesia católica latina. Así lo asegura – coincidiendo con Juan Pablo II – el papa Francisco en el libro-entrevista elaborado por Luigi Maria Epicoco con motivo del centenario del nacimiento de Karol Wojtyla. ‘San Juan Pablo II Magno’ (San Paolo), ve la luz estos días en Italia, y a él ha tenido acceso Europa Press.
En su entrevista, Francisco reafirma que considera “definitivas” las reflexiones de Juan Pablo II en cuanto al celibato pero, también en contra del sacerdocio femenino. Unas declaraciones que, después del Sínodo de la Amazonía, cuya exhortación apostólica continua pendiente, recuerdan que una amplia mayoría de obispos dieron su aprobación a la reflexión sobre la ordenación de ‘viri probati’ y que las mujeres pudieran acceder a ministerios laicos.
Sin embargo, Francisco señala en el libro que si bien “han cambiado algunas cosas” en el sacerdocio, la oración y el anuncio de la Palabra continúan siendo su “tarea fundamental”. Por ello, el Papa está convencido de que “el celibato es un regalo, una gracia”, no “un limite”. “Caminando tras los pasos de Pablo VI, de Juan Pablo II y de Benedicto XVI siento el deber de pensar que el celibato es una gracia decisiva que caracteriza el Iglesia católica latina”, ha subrayado.
La cuestión del sacerdocio femenino
“En mi opinión, leemos la cuestión femenina y la cuestión del sacerdocio en términos funcionales, olvidando, que en términos de importancia, María tiene un papel y una dignidad superiores a los del apóstoles”, reflexiona. De esta manera, en cuanto al sacerdocio femenino, Francisco no solo está de acuerdo con Juan Pablo II, sino que considera que “la cuestión no está en un estado de discusión” porque las reflexiones del Wojtyla han sido “definitivas”.
En este sentido, Francisco expresa que solo una mujer es capaz de enseñar “un amor hecho esperanza”. “Cuando todos se han resignado a la muerte de Cristo, sólo las mujeres, y sobre todo María, esperan y se convierten en las primeras testigos de la Resurrección. Por eso, he querido que María Magdalena recibiera una particular mención litúrgica y que justamente pudiera ser llamada apóstola de los apóstoles, así como María ha sido reconocida como madre de los Apóstoles. El papel de la mujer trasciende la simple funcionalidad”, asevera.
Por otra parte, Francisco critica la ‘teoría del género’, con la que “se propone destruir implícitamente la raíz del proyecto de criatura que Dios quería para los hombres: diversidad y diferencias y no algo homogéneo y neutral”. Sin embargo, insiste en que con esto no se refiere a aquellos que “tienen una orientación homosexual”, a quienes el catecismo de la Iglesia católica invita a “acompañar”.
Se refiere, aclara, a “una peligrosa raíz cultural” que puede dejar de lado la diversidad de las personas y sus particularidades. Así, advierte de la “aparente uniformidad” que puede conducir a la “autodestrucción”. “Anular las diferencias no nos pondrá más cerca, sino justamente lo contrario”, dice, recalcando la necesidad de “acoger al otro en sus diferencias”.