El papa Francisco ha recibido en el Vaticano hoy, 7 de febrero, a los participantes en el seminario ‘Educación: el Pacto Mundial’, promovido por la Pontificia Academia de Ciencias Sociales. Y es que no es nueva la preocupación de Francisco por la educación y por eliminar las desigualdades en este ámbito. “Es necesario unir esfuerzos para alcanzar una alianza educativa amplia con vistas a formar personas maduras, capaces de reconstruir, reconstruir el tejido relacional y crear una humanidad más fraterna”, ha dicho.
Sin embargo, y a pesar de los “importantes esfuerzos” realizados por distintos países y por Naciones Unidas porque las educación sea lo más igualitaria posible entre la población, lo cierto es que esto, como ha señalado el Papa, sigue siendo “un desafío a nivel mundial”. Y es que “la pobreza, la discriminación, el cambio climático, la globalización de la indiferencia, las cosificaciones del ser humano marchitan el florecimiento de millones de criaturas”, ha recalcado.
Pero educar, para Francisco, no es solamente trasmitir conceptos. “Esta sería una herencia de la ilustración que hay que superar”, ha apuntado. Es decir, “solo se trata de transmitir conceptos, sino que es una labor que exige que todos los responsables de la misma —familia, escuela e instituciones sociales, culturales, religiosas…— se impliquen en ella de forma solidaria”.
“Para educar hay que buscar integrar el lenguaje de la cabeza con el lenguaje del corazón y el lenguaje de las manos”, ha continuado, para que “un educando piense lo que siente y lo que hace, sienta lo que piensa y lo que hace, haga lo que siente y lo que piensa”. De esta manera, al fomentar el aprendizaje de la cabeza, del corazón y de las manos, la educación intelectual y socioemocional, “la transmisión de los valores y las virtudes individuales y sociales, la enseñanza de una ciudadanía comprometida y solidaria con la justicia”.
Así, al impartir las habilidades y el conocimiento que “forman a los jóvenes para el mundo del trabajo y la sociedad”, las familias, las escuelas y las instituciones “se convierten en vehículos esenciales para el empoderamiento de la próxima generación”. Esto es, precisamente, lo que Francisco entiende como pacto. Pero hoy, tal como ha dicho el Papa, “está roto”.
“El pacto educativo que se da entre la familia, la escuela, la patria y el mundo, la cultura y las culturas está roto, y muy roto; y no se puede pegar o recomponer”. De hecho, la única manera de recuperarlo es “a través de un renovado esfuerzo de generosidad y acuerdo universal”. Por este motivo, Francisco ha señalado que “hoy estamos llamados” a “reintegrar el esfuerzo de todos” por la educación, “para rehacer un nuevo pacto educativo, porque solamente así podrá cambiar la educación”.
Para lograrlo, Jorge Mario Bergoglio ha señalado que hay que integrar los saberes, “la cultura, el deporte, la ciencia, el esparcimiento y la recreación” y, para ello, a su vez, “hay que tender puentes de conexión” y “saltar” aquello que “nos encierra en nuestro pequeño mundo, y salir al mar abierto global respetando todas las tradiciones”. “Las nuevas generaciones deben comprender con claridad su propia tradición y cultura”, ha subrayado, apuntando que esto es algo “innegociable”.
El objetivo de todo esto no podría ser otro sino el de “promover una cultura del diálogo, una cultura del encuentro y de una mutua comprensión, de modo pacífico, respetuoso y tolerante” y, para ello, se necesita “una educación que capacita para identificar y fomentar los verdaderos valores humanos dentro de una perspectiva intercultural e interreligiosa”.
Por último, Francisco ha recordado la importancia de la familia y de los docentes, “siempre mal pagados”. “La familia necesita ser valorada en el nuevo pacto educativo”, ha dicho, mientras que los profesores “ante el desafío de la educación siguen adelante con valentía y tesón”, siendo “artesanos” de las futuras generaciones con su “saber, paciencia y dedicación”. Y esto, coo ha remarcado el Papa, “es una gran responsabilidad”.